El disco se abre con la Sonata K. 545 en Do mayor, en la que debemos destacar la aparentemente sencilla interpretación, llena de encanto, que hace la pianista, con un cuidado extremo de la sonoridad, realzando más si cabe la belleza melódica del segundo movimiento. La Sonata K. 280 en Fa mayor está repleta de contrastes: el carácter rítmico del primer movimiento da paso a un melancólico Adagio para retomar el estado de ánimo desenfado y juguetón en el Presto final. Está interpretada con gran sutileza y Ventura nos muestra el vigor y la energía propia de la música de un joven Mozart. Es inevitable escuchar aquí reminiscencias del estilo de Haydn. La Sonata K. 311 en Re mayor, compuesta en 1777, también tiene un segundo movimiento muy emotivo. Precisamente, en el tratamiento de las dinámicas podemos apreciar claramente el estilo de Mannheim.
La Sonata K. 283 en Sol mayor, totalmente mozartiana, muestra un primer y último movimiento virtuosísticos y un Andante tratado de forma operística. La Sonata K. 279 en Do mayor es la primera de la serie de seis sonatas que Mozart escribió antes de su viaje a Múnich. El disco se cierra con la Sonata K. 331 en La Mayor,escrita probablemente en 1783. El primer movimiento es un tema con seis variaciones al que le sigue un esplendoroso Menuetto. La sonata culmina con el célebre Alla Turca, un rondó que ha sido transcrito para las más diversas agrupaciones instrumentales.
Alba Ventura desarrolla un trabajo pianístico impecable, su toque ligero y delicado es perfecto en la música de Mozart. Los pasajes virtuosísticos son interpretados con total naturalidad y en todo momento las dinámicas, la expresividad melódica, o la pedalización (extremadamente cuidada) están al servicio de la emoción. Un disco excelente.
Por Francisco J. Balsera
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