El sello discográfico Kairos nos presenta la grabación de tres obras para piano de la última etapa compositiva del músico neoyorquino Morton Feldman. El intérprete que aborda este vasto repertorio es Alfonso Gómez, uno de los más destacados especialistas en el repertorio pianístico de los siglos XX y XXI.
La primera obra que escuchamos es For Bunita Marcus. Data de 1985 y lleva por título el nombre de su alumna y amiga pianista, clarinetista y compositora. Con una duración de algo más de setenta minutos, es una de las obras de Feldman que más se han grabado. La música se caracteriza por una gran sutileza. Encontramos motivos y pasajes repetitivos, el frecuente uso del pedal para potenciar las reverberaciones, el valor expresivo del silencio y la mezcla de métricas. Todas estas características son propias de la última etapa creativa del músico. Alfonso Gómez aporta una versión en la que se destaca el ambiente poético gracias a los contrastes expresivos y a la excelente utilización del pedal de resonancia.
A continuación, se interpreta Palais de Mari, la última obra que Feldman compuso para piano solo en 1986. Comparada con la anterior casi podríamos decir que es una obra breve, pues tiene una duración aproximada de treinta minutos. El músico se inspiró en un cuadro con las ruinas del palacio babilónico de Mari que vio en el Louvre. En una escucha atenta observamos que las repeticiones presentan siempre ligeras modificaciones, generando así expectativas en el oyente. De nuevo, Gómez nos deleita con todo tipo de gradaciones sonoras dentro del registro piano.
Finalmente, escuchamos Triadic Memories, interpretada por primera vez en 1981. Las primeras notas largas sostenidas, producidas en los registros extremos del piano, dan paso a patrones rítmicos y acordes, ganando protagonismo el registro grave en la sección central. El pianista hace uso de un toque elegante, dando como resultado un sonido cálido y fino.
Sin duda, Gómez muestra una enorme comprensión del lenguaje musical feldmaniano. Un disco para amantes del pianismo profundo y cautivador.
Por Francisco J. Balsera
Deja una respuesta