Reseña | Maurice Ravel I

La Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya inicia con este disco su grabación de la integral de música orquestal de Maurice Ravel. Bajo la dirección de su titular, Ludovic Morlot, la OBC se enfrenta a uno de los compositores más reconocidos, pero quizá también más exigentes, del catálogo sinfónico. Hablar de Ravel es hablar de sutileza tímbrica y atención al detalle, pero también de una personalidad singular que requiere una interpretación alejada de todo manierismo o languidez. Las obras de este álbum —que incluye las versiones orquestales de tres obras originalmente escritas para piano: Le Tombeau de Couperin, Ma mère, l’Oye y la Pavane pour une infante défunte— lo demandan de manera particular. Las referencias estilísticas al Barroco en Le Tombeau de Couperin exigen una claridad gestual y de articulación que la OBC consigue a través de una interpretación transparente y precisa, algo que puede apreciarse en la construcción de la ‘Fugue‘, en los cambios de carácter del ‘Rigaudon‘ o en el magnífico planteamiento discursivo de la ‘Toccata‘ final.

En Ma mère l’Oye,Morlot y la orquesta demuestran un control muy preciso de los colores y los timbres. Los matices que entresacan en números como ‘Les entretiens de la belle et de la bête‘ o ‘Laideronnette, impératrice des Pagodes‘ generan ambientes misteriosos y suspendidos, en los que el oyente puede disfrutar del relevo melódico y textural que los instrumentos se pasan de unos a otros sin que esto afecte al discurso global de la pieza.

Finalmente, la versión de la célebre Pavane pour une infante défunte acierta en hacer caminar la música sin que la conducción decaiga en cada ritardando. Algo que parece disentir con el tempo extremadamente lento que Ravel prefería para su obra, pero que dota a la partitura de una expresividad tan precisa como ligera. Un cierre muy adecuado para el disco que, además, nos deja con ganas de sumergirnos en la siguiente entrega.

Por Manuel Pacheco