Maurice Ravel. Complete Works for Solo Piano
Alfonso Gómez, piano
Coviello CLASSICS COV 91910
Profesor en la Hochschule für Musik de Friburgo y asistente en la Staatlichen Hochschule für Musik und darstellende Kunst de Stuttgart, de pasado vasco, el pianista español afincado en Alemania Alfonso Gómez se zambulle en (parafraseando a Luc Besson) el Gran Azul de Ravel, su excelente obra para piano solo.
El compositor de San Juan de Luz que tan feliz hizo al hijo de su peluquera hasta nuestra década (heredero de los derechos que generaba), siempre despertó gran devoción pianística, frecuentado como pocos por muchos, desde las históricas grabaciones de Vlado Perlemuter, Robert Casadesus o Walter Gieseking hasta el cofre del tesoro que en 2012, coincidiendo con el 75 aniversario de su fallecimiento, lanzó Decca en 14 CDs con su obra completa (no solo piano) en manos de Ivo Pogorelich en sus buenos tiempos, Vladimir Ashkenazy, Jean-Yves Thibaudet o Marta Argerich.
Año tras año, sellos como Philips (1993) con Werner Haas, el mismo Decca (1994) con Pascal Rogé y Denise Francoise, Musikproduktion Dabringhaus und Grimm (2010) con Jean-Efflam Bavouzet, Transrt Live (2010) con Georges Pludermacher, Brilliant Classics (2010) con Michelangelo Carbonara, Fuga Libera (2012) con Alice Alder, Presto Classical (2012) con Florian Uhlig, Hyperion (2002) con el toque preclaro y sensible de Angela Hewitt, y otros pianistas como Artur Pizarro (2007) o el más reciente Hakon Austbo (2018), han emprendido con más o menos acierto, con mejor gusto o menos, el tour de force que supone grabar los Miroirs, su obra más «impresionista», el Gaspard de la Nuit, la Sonatine, Le Tombeau de Couperin, La Valse y otras perlas que completan su integral pianística junto a los Jeux d’eau. El agua, concepto clave para entender el ideario estético de Ravel, «poesía líquida» que tan acertadamente sustanció Vladímir Jankélévitch en su biografía, es un cuerpo que no admite discontinuidad, que muere si se estanca.
Alfonso Gómez se sumerge en las profundas aguas del piano de Ravel con resistencia e intuición, toque pulido y preciso, buen gusto y proporción. Un doble disco con más que buena relación calidad-precio.
Por Antonio Soria
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