‘Mujer inteligente, ordenada, trabajadora incansable que no busca la notoriedad; se autodefine como compositora clásico-romántica: Bach, Wagner y Beethoven son sus referentes’. Así define la pianista y musicóloga Isabel Félix a la también pianista, compositora y sobre todo pedagoga, Margarida Orfila (Mahón, 1889-Barcelona, 1970), autora a la que ha dedicado años de estudio y cuya obra completa para piano presenta ahora, auspiciada por Columna Música, sello especializado, como es sabido, en la recuperación de nuestro patrimonio.
Félix se muestra especialmente ilusionada con este trabajo que supone rescatar del olvido a la compositora mahonesa. Nada aventuro diciendo que la ilusión será compartida por cualquiera que tenga ocasión de acercarse a este disco. En especial, siendo consciente de que cada fragmento de belleza arrancado al silencio del olvido y destinado a brillar, por unos instantes al menos, en la constelación de nuestra vida, es un regalo inesperado, un gozo en sí mismo. Pienso en Frederic. ‘Carácter serio, reposado, con sentido profundo y visión equilibrada de las cosas’. Lo describía así, de palabra, su madre, y luego con música. Una música solemne, pausada, ‘de inspiración schumanniana’, como recibió entonces la crítica (1930) al ciclo de Petites semblances, ‘Ofrena als meus fills‘, opus 24. Con qué orgullo no habrá ido por el mundo el joven Frederic sabiendo su existencia ligada por siempre a tan hermoso movimiento. Imagino que también los otros cuatro protagonistas de la obra, retratados cada uno según temperamento: ‘voluntarioso… apasionado’ (Margarida); ‘listo… un poquillo terco (Joan); ‘burlón’ (Francisco); ‘La pequeña… y ya está dicho todo: es la pequeña’ (Carme). Pienso en el soberbio Moderat quasi lent y el enigmático Tema i 6 variacions de los Quatre Estudis, ejemplos notables ambos del quehacer discreto y sin pretensiones, pero innegablemente valioso, de Margarida Orfila. Razón sobrada tiene Félix al reivindicar para la compositora un lugar en el repertorio pianístico. La brillante y elevada calidad interpretativa de su disco anima a pensar cerca ese objetivo.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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