Reseña | Marenzio, Madrigals – Qvinta Essençia

El siglo XVI ve nacer uno de los géneros vocales más fructíferos, versátiles y de mayor interés para el público del siglo XXI. Definido en ocasiones como «pintar con música las palabras», el madrigal es un género en el que la narración del texto poético gobierna todos los parámetros compositivos. A diferencia de las formas fijas de los siglos XIV y XV, la estructura poética del madrigal da una gran libertad a los compositores para reforzar la significación del texto con su música.

Luca Marenzio (ca. 1553-1599) vivió en Roma, Ferrara y Florencia. Se dedicó a componer material litúrgico según lo acordado en el Concilio de Trento, aunque también tuvo tiempo de publicar más de cuatrocientos madrigales en apenas veinte años. Su estilo es dinámico y a la vez contenido, con recursos que encontramos en Palestrina y en Monteverdi, los dos únicos compositores que pudieron competir con él.

Quizá el mayor reto en el trabajo de cámara es encontrar el equilibrio entre la línea individual y el sonido del conjunto. En el mundo coral es incluso más difícil. Un buen empaste nos permitirá escuchar con claridad las armonías ideadas por el compositor y nos ayudará a entender el texto. No es en absoluto frecuente encontrar proyectos con un color de conjunto que sea homogéneo, que a la vez no anule los timbres individuales y que no pierda de vista el fin último para el que se concibieron estas piezas: la expresión poética.

Al más alto nivel técnico, el registro planteado por Qvinta Essençia emana complicidad a lo largo de toda la selección de madrigales que, casi a modo de bis, incluye el mítico Ancor che col partire de Cipriano de Rore. El trabajo de grupo continuado en el tiempo, el compromiso con cada obra y las habilidades individuales de estas cuatro voces nos brindan una impecable versión de estos quince bocados de Renacimiento italiano.

Por Pablo F. Cantalapiedra