Reseña | Lully’s followers in Germany – Die Lullisten

Bajo el nombre de ‘Los seguidores de Lully en Alemania’, los músicos del grupo El Gran Teatro del Mundohan grabado un disco para el sello Ambronay Editions en el que se recogen obras de Fischer, Muffat y Telemann. A pesar de tratarse de compositores distintos, el nexo común que los une es el género suite,un recopilatorio de danzas, precedidas de una obertura, que fue muy común en la época barroca y que recibió la influencia de la música francesa, especialmente de Lully, tal como indica el título del disco. Los instrumentistas tocan con instrumentos originales y criterios históricos interpretativos y utilizando solo un instrumento por parte, en lugar de una orquesta grande, cosa que le da a esta música un carácter más íntimo y transparente que favorece la ornamentación al no colisionar con el tutti de una orquesta. Incuso no se emplea contrabajo para dar el registro de 16 pies a la orquesta, interviniendo solo el bajo de violín (un instrumento similar al violonchelo, pero sutilmente diferente) y la viola da gamba.

La primera pertenece al Armonico tributo de Muffat, pieza en la que el propio compositor nos advierte que puede ser interpretada con muchos o pocos instrumentos, tal como comentábamos anteriormente. El grupo suena perfectamente cohesionado, con un rico bajo continuo formado por clave y tiorba, una flauta de pico y oboe barroco de bello sonido y una cuerda aguda impecable formada solo por dos violines. El fagot ayuda a fortalecer la sonoridad del bajo continuo, fusionándose en un todo unitario con el bajo de violín o viola da gamba (según el caso). Los tempi están bien elegidos y se aprecia la fuerza interpretativa en los movimientos rápidos, así como el carácter cantabile en los movimientos lentos.

Disco altamente recomendable para los amantes de la música antigua en formato de cámara, que rompe con el estereotipo de que solo interpretar obras conocidas es sinónimo de éxito. Como siempre, Ambronay sigue siendo todo un referente en la interpretación y difusión de la música barroca con buen criterio.

Por Àngel Villagrasa Pérez