Reseña | Leo Brouwer. Guitar Sonatas

Nos encontramos ante la primera recopilación de las sonatas del maestro Leo Brouwer interpretadas por una de las figuras más importantes del panorama actual de la guitarra clásica, Ricardo Gallén que, en palabras del compositor cubano, reúne una inmensa creatividad y virtuosismo, que se perciben con solo mirar sus manos. Un disco que se gestó de forma natural cuando Paco Moya escuchó tocar a Gallén la Sonata del Pensador, la núm. 4, que Leo Brouwer compuso para Gallén en 2013 y que el guitarrista, que ha sido premiado recientemente con la Medalla a las Bellas Artes por la Real Academia de Bellas Artes de Granada, recibía emocionado. Fue mucho antes cuando Ricardo Gallén escuchaba por primera vez la Sonata del Caminante,la núm. 2 de Leo Brouwer, y se quedaba eclipsado haciendo una búsqueda de la partitura, que en aquel momento no pudo encontrar y que decidió sacar de oído. Durante sus carreras musicales han coincidido en multitud de ocasiones y ambos se han mostrado siempre una gran admiración. Coincide además que este año Leo Brouwer ha cumplido 80 años y ha sido homenajeado en el Festival de Guitarra de Córdoba por ser el compositor que más ha contribuido a crear nuevas piezas y a explorar el mástil de la guitarra del siglo XXI.

Gallén le hace este regalo, la grabación de la integral de sus sonatas, un trabajo brillante y destacable que sin duda pasará a la historia. Imaginad, un repertorio exquisito, imaginativo que une las ciencias, la filosofía y la literatura con la música, escrito con una cuidada caligrafía musical y unas digitaciones pensadas por un guitarrista para guitarristas. A lo que queda añadir la técnica, las horas de estudio, la brillante carrera y la creatividad, la dedicación y el esfuerzo de uno de los mejores guitarristas del momento, Ricardo Gallén, que consigue aprovechar al máximo todos los recursos técnicos realizando unas interpretaciones maestras de unas obras de gran complejidad. Un disco que hacía falta porque todavía nadie se había atrevido con la grabación de las sonatas de Leo Brouwer y resulta aún más emotivo que lo haya realizado su admirador, su alumno y su amigo.

Por Ana R. Colmenarejo