Reseña | Lalo & Casals Cello Concertos

La figura de Pau Casals marca la trayectoria de este álbum, aunque su música no aparece explícitamente en él. Nos ponemos en situación: la carrera internacional de Pau Casals arrancó en 1899, cuando tocó en Madrid, París y Londres el Concierto para violonchelo de Édouard Lalo.

Pues bien, este álbum empieza con este concierto y acaba con otro mucho menos conocido: el Concierto para violonchelo ‘en estilo romántico serio’ de Enric Casals, hermano de Pau. Enric, violinista y director, lo dedicó a su hija Pilar, quien lo estrenó en 1949 en el Palau de la Música Catalana junto a la Orquesta Filarmónica de Barcelona, dirigida por el mismo Enric. En similitud con el concierto de Lalo, el de Casals está claramente influenciado por el Romanticismo, tal como indica su título.

Jan Vogler, chelista y director artístico del Moritzburg festival, y el director Josep Caballé Domenech han querido rendir homenaje a la figura de Pau Casals a través de este álbum. El concierto de Lalo es muy violento, especialmente el primer movimiento, cuyos golpes musicales en staccato pueden dejar aturdido al oyente. Allí Vogler sabe demostrar su virtuosismo y técnica, sacando brillo a todos los matices.

El concierto de Enric Casals, por contra, es mucho más legato, sensual y acogedor. La conducción de las frases es realmente soberbia, llegando a clímax sorprendentes. Vogler y Caballé sacan el jugo a este estilo compositivo y lo hacen resplandecer. Algunos momentos son realmente embriagadores y provocan una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que esta sea la primera grabación mundial? Se demuestra el talento de Enric Casals, que quizá ha pasado inadvertido por la figura de su hermano Pau. Esperemos que su nombre aparezca más a menudo en las programaciones de conciertos y festivales.

Como nota curiosa, el tercer movimiento del concierto de Casals indica Tempo di Sardana. El amor por su tierra, integrado en un ambiente wagneriano, caracteriza esta composición y le da personalidad en el repertorio universal de conciertos de violonchelo.

Por Luis Meseguer Mira