En las interpretaciones de La vida es sueño, segundo álbum de El Gran Teatro del Mundo, dirigido por el clavecinista Julio Caballero, se sigue el procedimiento de las partitions réduites o reducciones para conjunto de cámara de obras orquestales, editadas durante el Barroco. El procedimiento fue empleado ya en Lully’s Followers in Germany (Ambronay, 2021), disco que ahondaba en el repertorio barroco alemán inspirado en la música del Grand Siècle francés.
Ahora, tomando como lema el título del drama calderoniano (también el nombre del ensamble lo es) y jugando con la relación entre la noche y el sueño (símbolo de la conciencia y de la realidad tangible, de la vida misma, en definitiva), el nuevo álbum posee una estructura pentapartita —cinco sueños—, con una obertura y un epílogo confiado al despertar con la sonrosada aurora.
Textos poéticos de, entre otros, Sor Juana Inés de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo y Calderón, acompañan a cada sueño en las páginas del librito de notas. La música es la propia que diera alma a las grandes formas musicales de la escena francesa, encarnadas en el genio de Jean-Baptiste Lully, Marc-Antoine Charpentier, Henri Desmarets, André Camprá y Marin Marais.
Tras la formidable Ouverture de la ópera Roland de Lully, el Primer sueño se abre con un Preludio a la Noche en la música delicada y sensual de Le Triomphe de l’Amour, prosigue con el dramático y oscuro Aria de las doncellas negras de Styx de la Médée de Charpentier, con el animado Aria de las sombras felices y divinidades infernales de la Proserpine de Lully… Músicas increíblemente bellas, de melodismo infinito y pautado en períodos de canto vocal (naturalidad francesa vs. artificio italiano) que invitan a traspasar el pórtico imponente del Primero sueño de la novohispana Sor Juana, verso a remedo de las Soledades de su dilecto Góngora: ‘Piramidal, funesta de la tierra | nacida sombra, al cielo encaminaba | de vanos obeliscos punta altiva, | escalar pretendiendo las estrellas…’.
Un disco inagotable, para soñar y seguir soñando de la mano de este extraordinario, inmejorable ensamble barroco del que esperamos muchos más trabajos. Pronto.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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