Reseña | La vanità del mondo. Oratorio arias

Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Inmejorable cita bíblica para presentar La vanità del mondo, el título del álbum en el sello Erato que el contratenor Philippe Jaroussky consagra en exclusiva y por primera vez al género del oratorio italiano, y que toma su nombre de la obra de Pietro Torri, quien junto a Fortunato Chelleri, Antonio Caldara, Nicola Fago y Benedetto Marcello son los compositores de los que el francés incluye primeras grabaciones mundiales.

En este apasionante proyecto surgido durante el confinamiento, Jaroussky vuelve a demostrar sus privilegiadas facultades canoras para penetrar de lleno en la sensibilidad religiosa de un género surgido en Roma a comienzos del siglo XVII que se convirtió en la alternativa escénica de la Iglesia Católica a la todopoderosa ópera, surgida por aquella misma época. Los códigos estéticos y expresivos por los que se rige la ópera barroca comparten con el oratorio señas de identidad en el terreno de los affetti y la retórica musical asociada a los mismos, recreando vidas de santos y episodios de la Biblia.

Cual mago de la expresión, el contratenor discurre por el que es su terreno natural exhibiendo la voz de excelsa dulzura, con un manejo prodigioso del fiato y el perfecto abordaje de la coloratura y los ornamentos. Si es plena de espectacularidad la agilidad vocal que brinda en arias de tempi rápido, como las de Assalonne y Santa Ferma de Caldara o la del aludido título de Torri, el mayor interés se centra en las arias lentas, donde el Jaroussky íntimo es capaz de obrar el prodigio de detener el tiempo. Es el caso del aria de La Giuditta de Alessandro Scarlatti y de Il faraone sommerso de Fago, ejemplos de recogimiento y patetismo a partes iguales, donde se pone de manifiesto la capacidad del francés para dibujar arcos expresivos. Mientras, el recitativo acompañado y aria de La conversione di Sant’Agostino de Hasse es toda una explosión de recursos teatrales. El cantante se acompaña de su fiel conjunto Artaserse, del que hay destacar el especial colorido que confieren en el continuo la tiorba y el órgano positivo.

Por Germán García Tomás