
Título: La sustancia
Director: Coralie Fargeal
Compositor: Raffertie
La sustancia: una banda sonora deformada
Benjamin Stefanski, más conocido como Raffertie, ha sido el artífice de una banda sonora basada en la música electrónica, en ocasiones mezclada con instrumentación clásica, que se ajusta a un filme atípico como es La sustancia. Nominada a cinco premios Óscar, entre los que destacan Mejor Película, Mejor Director para Coralie Fargeat y Mejor Actriz para su protagonista, Demi Moore, quien ya ha ganado el Globo de Oro por su interpretación, supone una visión reformada del body-horror, con influencias y reminiscencias de David Cronenberg, Darren Aronofsky, David Lynch y Stanley Kubrik, entre otros. Evidencia una crítica al más rancio patriarcado y a la presión social que ejercen el paso del tiempo, la fama, el estado físico y la apariencia sobre las mujeres.
Elisabeth Sparkle (Demi Moore) vive un momento complicado en su vida profesional y personal. A sus 50 años recién cumplidos, es la estrella de un programa de televisión de fitness. Pero, a pesar de su buen estado físico, su jefe, Harvey (Dennis Quaid), la despide sin piedad con la intención de ocupar su puesto con alguien más joven. Desde entonces, su vida se desmorona y su fama cae en picado, lo que le hace buscar pequeñas imperfecciones en su cuerpo causadas por la edad, llegando a obsesionarse. En esta circunstancia, descubre una extraña sustancia que promete juventud y belleza, justo lo que está buscando. Cuando decide tomarla, brota Sue (Margaret Qualley), una nueva versión de sí misma de aspecto adolescente. El grotesco modo de conseguir sus objetivos va a conllevar un alto precio que Elisabeth tendrá que decidir si quiere pagar.
Leitmotiv cargados de tensión y narrativa
La cuerda interpretada en tonalidad menor y prolongando las notas de una misteriosa armonía nada más comenzar la película nos aporta un mensaje claro: algo no va a ir bien. De la pantalla en negro emerge Elisabeth, por lo que ya se intuye que esa línea melódica va a suponer un leitmotiv,que posteriormente volveremos a escuchar de forma alterada, en sintonía con las progresivas alteraciones que va sufriendo.
Con la presentación del extraño elixir, aparece una música ambiental, con sonidos distorsionados creados alternamente por sintetizadores fríos, texturas electrónicas y un ritmo constante, pulsante y enérgico en crescendo, que asemeja al latido del corazón. Este leitmotiv propio del elemento evoca una sensación de desesperación que contagia al espectador, manteniendo una constante tensión y una atmósfera opresiva. Y tiene mucho sentido, ya que este componente va a ‘deformar’ (literalmente) aspectos físicos y psicológicos de la protagonista.
Para Sue se emplea música techno en situaciones de ejercicios físicos del show televisivo, y va a ser el estilo que acompañe al personaje durante la trama. Su motivo, al igual que el de Elisabeth, va a ir transformándose mediante sintetizadores, alejándose de la tonalidad y reflejando su propia degeneración.
La música como crítica social
Además de la partitura original, la película incorpora una selección de canciones cuidadosamente seleccionadas que refuerzan las capas emocionales de los personajes y las temáticas del filme. Entre los temas más destacados se encuentran At Last de Etta James, cuya nostálgica musicalidad ofrece una sensación de anhelo y cambio. La letra, por su parte, aporta un tono irónico que contrasta con la brutalidad de los extravagantes acontecimientos que van sucediendo y refuerza la crítica del ideal de belleza imposible que se impone a las mujeres.
Por otro lado, el tema Pump it Up! (en versión DJ) de Endor, introduce un ritmo frenético, casi descontrolado, que se ajusta perfectamente para los momentos más tensos. La transformación experimentada por la protagonista, así como la progresiva ruptura de su psique, se enlaza con este tema, aportando al espectador una sensación de vértigo, y lo sumerge en el interior de la mente de Elisabeth.
Llegando al final, nos topamos de frente con la obra Así habló Zaratustra de Richard Strauss, que muestra el descubrimiento de la grotesca modificación física de Elisabeth. Finalmente, Ugly and Vengeful de Anna von Hausswolff propone una atmósfera densa y perturbadora que encaja perfectamente con su alteración interna, encapsulando su sufrimiento y su ímpetu por recuperar su éxito, y culminando de este modo su arco narrativo.
Con este desenlace, Raffertie emplea disonancias e intervalos inusuales que dejan al espectador con una sensación de inquietud. Pero va a finalizar la película con una melodía más suave que va a reflejar los sentimientos de nostalgia y reflexión para subrayar el viaje emocional de los personajes.
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