Los fastos del centenario del cineasta Luis García Berlanga produjeron múltiples propuestas en el ámbito cultural nacional. Una a destacar fue el disco La música de Berlanga (Columna Música). Interpretado al piano por el sobrino nieto del director, Pablo García-Berlanga, reúne una selección de bandas sonoras de su filmografía y alguna sorpresa.
Desde Alma dolorida —obra del tío de Luis, Pepe Martí Alegre— a las ingenuas melodías de Esa pareja feliz (1951), pasando por el aire neoclásico y paródico de Bienvenido Mr. Marshall (1952) —ambas de Jesús García Leoz—. Fruto de la política de coproducciones, la partitura de Calabuch (1956) de los italianos Francesco Lavagnino y Guido Guerrini, brinda melodías emotivas. Con Plácido (1956), Las cuatro verdades (1962) y El verdugo (1963), Asins Arbó entra en escena y, sobre todo, el guionista Rafael Azcona. Su humor negro —acerada crítica a la sociedad de su tiempo— provoca un cambio en la música hacia estilos modernos como el fox-trot, el jazz o el twist. En La boutique (1967) —coproducción Argentina— brilla Astor Piazzolla.
Para La vaquilla (1985) —farsa sobre la Guerra Civil— toma Asins Arbó nuevamente la batuta con una banda sonora que distorsiona clichés folclóricos, del pasodoble cañí a la estrambótica marcha religiosa.
En la última etapa del cineasta, Bernardo Fuster y Luis Mendo aportan sosiego: la partitura para Blasco Ibáñez (1996) intercala evocaciones valencianas del tiempo del escritor, mientras que en París Tombuctú (1999) las melodías parecen reflejar una meditación del Berlanga en su último filme. Como sus personajes, con la eterna duda de la deriva de la propia existencia.
Buena parte de las obras han sido adaptadas al piano por el intérprete, tarea que —explica— ha resultado ‘difícil pero muy gratificante’. Un ‘titánico’ trabajo de investigación, recopilación y transcripción directa de las películas. Pablo García-Berlanga hace del piano su lenguaje, siempre supeditado a la personalidad de cada pieza.
La influencia sonora propia de los filmes será inevitable —cómo cada pieza fue ejecutada en su registro original—, unida al alma de este joven pianista de sólida formación y reputada trayectoria.
Por Javier Mateo Hidalgo
Deja una respuesta