Nos encontramos ante un álbum que además de responder a su definición musical evidente también se nos presenta con su primera acepción del diccionario: un cuaderno con las hojas en blanco para dibujar, escribir poesía, etc., o coleccionar cosas semejantes. Y es que este registro sonoro conforma una colección a modo de vista aérea de diferentes paisajes dibujados con los mismos colores. Una serie de lugares coloreados con la brocha de diferentes artistas, desde las seis cuerdas y desde la firma de Juan Erena, el autor de las ideas que podemos mirar con los ojos cerrados al escuchar este disco. Originario de Jaén, Juan Erena se puede definir también con muchos nombres: guitarrista, profesor, arreglista y el que en estos momentos nos ocupa, compositor.
Nos presenta un estilo compositivo muy personal en el que una delicada melodía canta sobre sonoridades que giran y ondulan, a veces como canciones, otras como ambientes complejos que envuelven la concentración del que escucha a través de las emociones que flotan de forma simultanea. Incluso en las composiciones más rítmicas, el aura natural y pacífica que recoge el sonido ideal del autor permanece intacta. Juan Erena potencia desde su pura sensibilidad el poder que tiene la música de trasladarnos a cualquier lugar, instante y sensación.
En el álbum colaboran varios intérpretes, en orden de aparición: Radu Valcu, An Tran, Eduardo Inestal, Lautaro Pérez, Robbin Blanco, Rebeca Oliveira, Shani Inbar, José Luis Morillas y Sergio Calero. Tal variedad de guitarristas dota al disco de un plus en su interés conceptual. La diversidad de visiones interpretativas y los diferentes puntos desde los que abordar el repertorio podrían generar en la sonoridad total del álbum una sensación de discontinuidad. Sin embargo, esta mezcla abierta de interpretaciones dota a la idea de este disco de una mayor unión artística puesto que la variedad de enfoques sobre el mismo estilo compositivo acerca al que escucha al propio arte original como punto de encuentro total. Un eterno viaje desde muchos caminos y siempre a través de la idea novedosa de Juan Erena.
Por Sara Guerrero Aguado
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