Este álbum es una recopilación de algunas obras orquestales del gallego Juan Durán que han sido interpretadas por la Orquesta Sinfónica de Galicia entre 1994 y 2020. Variaciones sobre un tema de Pablo Sorozábal y Cantiga Finisterrae (texto de Miguel Anxo Fernán-Vello), con dirección del finlandés Osmo Vänskä y Víctor Pablo Pérez, respectivamente, son las obras más interpretadas del autor y con ellas se abre el disco. Aunque la primera haya sido compuesta hace más de treinta años, ya se evidencia el sello distintivo de la música de Durán, que le ha llevado a obtener, entre otros, el Premio Reina Sofía de Composición Musical. El Orfeón Donostiarra y el Coro de la Sinfónica de Galicia se unen a la OSG en Alborada de noite e de luz, una suite sinfónica sobre temas populares gallegos que tiene como hilo conductor la alborada, una canción destinada a celebrar el nuevo día que es característica de la cultura gallega. Víctor Pablo Pérez propone una lectura detallista en la que se pueden apreciar las citas a Negra sombra o la Muiñeira de Chantada, de fuerte raigambre en el imaginario gallego. El segundo disco se abre con Divertimento, bajo la batuta del británico Rumon Gamba, una obra para cuerdas encargada por la Real Filharmonía de Galicia, que se presenta muy disfrutona para el público e intérpretes. Encargo también de la RFG es Fanfarrias Xacobeas, que evidencia el enorme talento de Durán, dirigida por Pérez al igual que Troula, también un festejo, en la que destaca la inclusión de un coro joven, un coro de niños y una orquesta infantil, y supone una explosión de júbilo que deja al público genuinamente emocionado, gracias también a los textos de Rosalía de Castro y populares. Mención destacada merece el uso de la pandereta. Cervantina, un encargo de Víctor Pablo Pérez, tiene diez movimientos que combinan diferentes variaciones sobre la folía con temas históricos del acervo popular, de nuevo una lección magistral de orquestación, que también podemos apreciar en la última obra del álbum, Dona nobic pacem, dirigida por Dima Slobodeniouk, una elegía a las víctimas de la COVID-19 que busca un consuelo que sin duda calará en el público.
Por Pedro Téllez
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