Jorge Grundman, Piano & Cello Concertos
Eduardo Frías, piano
Iagoba Fanlo, violonchelo
Orquesta Sinfónica de Navarra
Pedro Halffter, director
Sony Classical 88985432042
Melómano de Oro
Las mariposas también lloran
No hay mariposa más bella que la que revolotea sobre los pentagramas garabateados por el sentido y promiscuo trazo (a borbotones…) del compositor madrileño Jorge Grundman, creador de una y mil maravillas que, como suelen decir los sabios, ‘vino para quedarse’. Esta singular alevilla de cromática tonalidad que vuela sin descanso sobre los vespertinos prados tonales juega, por aquellas cosas tan nuestras, bajo la mirada pétrea de un mundo que no entiende de chanzas. Su obra suena mucho mejor desde el gallinero, y su caligrafía, colmada de matices, derrocha ingenio y genio a partes iguales. Jorge lo ha vuelto a hacer. Ya he perdido la cuenta de las veces que su música me ha robado algún que otro suspiro. En el lenguaje de los amantes: emoción, y de ella, como de la fuente de Castalia, brotan todas las demás. Esa es la palabra de la que están embebidas las melodías de estos dos conciertos. Su Piano Concerto in E minor opus 63, ‘la voz de Dios’, tierna, más divina que humana, y henchida de esperanza, teje a través de las efímeras y hermosas manos del pianista una honda plegaria que conmueve y transforma —las mariposas no son eternas, pero su belleza sí—. Eduardo Frías escucha e interpreta con sensibilidad la piadosa voz del músico que esconde entre las líneas del pentagrama el leitmotiv de la esperanza. Su Concerto for Cello and String Orchestra opus 76 ‘la voz del hombre’, humilde, más humana que divina, utiliza el violonchelo —el instrumento más humano que existe— para elevar con humildad la voz del arrepentimiento que Iagoba Fanlo interpreta con indulgencia colocando los acentos sobre las apasionadas notas que manan de su insondable sensibilidad.
El piano y el violonchelo son los garantes de esa mirada hacia el pasado que Jorge posa sobre los arcos de la orquesta —dirigida por Pedro Halffter—, voz de la esperanza que el músico encarna a través de su WATFP for String Orchestra opus 38, obra que nace de los compases del Estudio núm. 1 para piano opus 2 que el compositor escribió para un mar de náufragos que lloran el tiempo perdido. Tres obras que, como ocurre con las mariposas, lloran por la efímera belleza del momento.
Por Antonio Pardo Larrosa
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