Johannes Brahms. Complete violin sonatas
Vadim Tchijik, violín
Alberto Urroz, piano
Ibs Classical IBS12023
★★★★★
Compositor estival por excelencia, Brahms completa las tres sonatas para violín y piano en sus destinos vacacionales, entre bosques, lagos y montañas de Austria y Suiza. El sobrenombre por el que se conoce la Sonata núm. 2 en La mayor opus 100 de 1886, ‘Thunersonate’, hace referencia al lugar de conclusión de la misma durante la primera estancia del compositor en Thun, ciudad del cantón de Berna, ante la serena lámina cobalto del Brienz y los imponentes Alpes berneses, y en cuyo primero y último movimientos resurgen los temas de las canciones Wie Melodien zieht es mir y Meine Liebe ist grün, respectivamente. Durante su segunda estancia, en 1888, Brahms termina la Sonata núm. 3 en Re menor opus 108, sin duda la más exquisita del ciclo, empezada dos veranos antes y dedicada Hans von Bülow. El tercer movimiento, Un poco presto e con sentimento, será considerado por Hanslik como una de las piezas más geniales del compositor.
De nuevo ante otro inmenso lago, en la pequeña ciudad balneario carintia de Pörtschach, en el verano de 1879 Brahms culmina la Sonata núm. 1 en Sol mayor opus 78. Como la Sonata opus 100, ésta toma material temático prestado de otra canción, Rengenlied, para el número final; motivo por el cual también se la conoce como ‘Rengensonate’.
El Scherzo en Do menor WoO 2, tercer movimiento de la F.A.E. Sonate escrita al alimón por Schumann —quien tiene la idea y reserva para sí los movimientos segundo y cuarto—, su alumno Albert Diedrich y Brahms como muestra común de afecto a Joseph Joachim, está fechada en 1853. El nombre resulta del lema personal del violinista, Frei aber eisam (Libre pero solo), adoptado luego por el propio Brahms.
Vadim Tchijik y Alberto Urroz acometen con ímpetu esta fresca pieza juvenil que distribuye con cálculo el heroísmo beethoveniano del momento inicial con el lirismo del Trío en Sol mayor, que recuerda sin disimulo a Schumann. El bellísimo sonido que Tchijik extrae de su instrumento, un Gagliano de 1775, irradia dulzura en la efímera sección. Urroz, siempre, equilibrio y solidez. La compenetración de ambos es absoluta en la excelente lectura que entregan de las sonatas.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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