El Cuarteto de Cremona es una conjunto que goza de un merecido prestigio en Europa y fuera de ella. Sus componentes, Cristiano Gualco y Paolo Andreoli (violines), Simone Gramaglia (viola) y Giovanni Scaglione (violonchelo), nos ofrecen cuatro retratos de Italia compuestos por músicos no italianos. El disco se abre con la conocida Serenata italiana de Hugo Wolf, música de 1887, delicada y transparente, en la que se escuchan pinceladas de una tarantela.
Tras ella, el Primer Cuarteto mozartiano, llamado «Lodi» por haber sido dedicado a la ciudad de la Lombardía, donde el músico austríaco dio por finalizada la obra. Tenía 14 años y su trabajo muestra la destreza, la habilidad y la sabiduría para construir una música atractiva, elegante, palaciega y alegre, en la que no faltan los aires populares.
Cielo de Italia, obra del compositor Nimrod Borenstein (1969) y encargo del propio Cuarteto de Cremona, es música muy lírica que explora sonoridades de los instrumentos y que se inspira en los cambiantes colores del cielo de una ciudad italiana.
Completa el programa el Souvenir de Florencia, obra de Chaikovsky, escrita en 1890 para sexteto de cuerda (se unen al Cuarteto Ori Kam, viola, y Eckart Runge, chelo), cuya relación con Italia se basa en que Chaikovsky esbozó uno de sus temas durante su visita a Florencia. Junto a esta referencia «italiana» podemos escuchar aires eslavos en el primer movimiento, un delicioso adagio, y más sonoridades rusas en los dos últimos.
La interpretación del conjunto es brillante, rica en sonoridad y contrastes entre las voces, que se escuchan con claridad y nitidez. El sonido es igualmente luminoso y equilibrado. Cada detalle se escucha con claridad, los pizzicati son sonoros y profundos y el timbre diáfano. El disco se acompaña de unas breves notas en alemán, francés e inglés; echamos de menos el castellano.
Por José Prieto Marugán
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