En Iberian Dances, segundo álbum en solitario de Juan Carlos Fernández-Nieto, encontramos una propuesta resultado del estudio y la unión del folclorismo y de elementos comunes de la Península Ibérica y el Cáucaso, en concreto una región que hoy corresponde con el sudeste de Georgia, antaño denominada la Iberia caucásica por griegos y romanos. Un viaje a través de las similitudes musicales de ambas regiones enmarcado en la escucha conjunta de danzas para piano de ambas Iberias.
Este viaje entre dos Iberias con sonoridad, armonías y elementos musicales comunes comienza con Islamey, del compositor ruso Mili Balákirev, muy exigente para el intérprete, técnica y físicamente, y que tal vez por eso ha sido poco grabada y no solemos encontrarla programada habitualmente. Una obra cuya fuerza te arrastra durante sus casi nueve minutos y que da paso a Lezginka, obra de similares exigencias cuyo compositor, Serguéi Liapunov, alumno de Balákirev, nos sorprende con armonías españolas, casi andaluzas, que en momentos nos llegan a recordar a Albéniz. Aleksandr Machavariani cierra la Iberia del Cáucaso con dos obras, Lake Bazaleti, delicada y contrastante con lo anterior, y la breve Dance.
Isaac Albéniz es el representante elegido por Fernández-Nieto para nuestra Iberia, con la Suite Española núm. 1 opus 47. Ocho breves piezas cuyo recorrido por nuestra geografía comienza con Granada, una pieza delicada interpretada con mimo y cuidado. Tras ella encontramos Cataluña, cuyo aire de danza un poco más marcado nos lleva a Sevilla, una obra compuesta por una bella sevillana de cuya garbosa y elegante interpretación cabe destacar el tratamiento de la copla central, uno de los momentos más bonitos del disco. En Cádiz escucharemos una canción acompañada por un rasgueo de guitarra ejecutado al piano con la mano izquierda y de ahí a Asturias, tal vez la más conocida y cuyo contraste rítmico mantiene el aire andaluz. Por último, escucharemos aires de jota en Aragón, divertidas seguidillas en Castilla y terminaremos en Cuba, con un pequeño y evocador capricho que contiene alguna de las melodías más bellas del disco.
Por Pedro Téllez
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