Este álbum supone la primera recopilación de piezas para piano del compositor madrileño Hermes Luaces. Una recopilación que sale a la luz a través de este disco interpretado por Rubén Yessayan, pero que fue compuesto en 2011. Un momento, un disco, que se convierte en punto de inflexión en la carrera de Hermes, en su reflexión como compositor y creador de este siglo.
Preludios I es la reconciliación de un pianista con su instrumento. Para algunos este factor no supone sino un aliciente para su producción. Uno espera una comodidad innata cuando se escribe para el instrumento del que se ha partido. Pero para otros, no tan pocos como cabría esperar, es una escalera con peldaños difícilmente abarcables, por la profunda vinculación con el instrumento y el gran peso de un lenguaje muy concreto.
Con estos doce preludios escritos hace nueve años (y un Bonus Track actual) Luaces sale victorioso de estas dos grandes batallas (la idiomática y la estética). Pero sale por una puerta más bien pequeña. Y no por la calidad del resultado, sino por la delicadeza y belleza alcanzadas. Una expresión que parte de lo pequeño para ir a lo pequeño, a la profundidad de una música sencilla que rejuvenece.
La belleza en estas trece obras es inabarcable. Es el resultado de una búsqueda personal ante un mundo estético gastado, ya viejo, con ganas de aportar más ruido en una sociedad ensordecedora. Es el resultado de la convicción de que el arte es belleza, en su término más plástico pero también espiritual. Hermes, además, consigue transmitirnos una belleza simple, sin sobresaltos, pero tremendamente compleja en construcción. Demostrando que lo intelectual no es sinónimo de inaccesible (o accesible para unos pocos) y que la belleza no significa banalidad (o bueno para muchos).
En este y todos los sentidos, Rubén Yessayan recoge y abraza con mucha sensibilidad el sentir del compositor, en una grabación emocionante. Un duro trabajo de despojo de la ansiedad que a veces caracteriza a los pianistas.
Recomendado, de eso no hay ninguna duda. Y esperando, deseosos, todo lo que traiga el futuro de este gran compositor.
Por Pablo de Diego
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