Título: Green Book
Director: Peter Farrelly
Compositor: Kris Bowers
La música como identidad
Tony Vallelonga (Viggo Mortensen) es un padre de familia proveniente de Italia que vive en el Nueva York de 1962. Cuando el club donde trabaja de relaciones públicas cierra dos meses por renovación, consigue un trabajo como chófer de un respetado pianista: el doctor Donald Shirley (Mahershala Ali), quien está a punto de comenzar una gira de conciertos por el sur de EE. UU. Tony sabe que pasar tiempo en esa zona del país va a traer diversos problemas para un pianista negro debido a que la segregación racial aún prevalece en esa época, por lo que se va a convertir en algo más que un chófer. A lo largo del viaje, se hacen latentes sus diferencias, pero ambos van a saber encontrar el modo de respetarse y construir una profunda amistad.
La búsqueda de uno mismo
Kris Bowers es un pianista y compositor que ya cuenta con unas cuantas bandas sonoras a sus espaldas (entre las que destaca Bridgerton, afamada serie de Netflix). Para Green Book, Bowers no solo se ocupó de la partitura, sino que él mismo interpretó las piezas a piano atribuidas a Shirley. Con esta banda sonora, el pianista demuestra un talento excepcional tanto en la composición co10mo en la interpretación. En este caso, Bowers consigue crear un puente musical entre los dos personajes principales que complementa en gran medida sus arcos narrativos y que muestra, a su vez, las diferencias culturales y sociales entre Tony y Don Shirley.
Como pianista clásico afroamericano, Shirley demuestra en cada una de sus actuaciones su talento. La dualidad es inmensa, ya que es invitado a tocar en grandes salas y teatros de las altas esferas, pero, debido a su color de piel, no le está permitido comer o ir al servicio en el interior de ellas. La sociedad respeta la figura del pianista, pero no a la persona que hay detrás. Esta es una lucha constante que se presenta musicalmente en la película en un enfrentamiento entre la música clásica y el jazz. Mientras el clásico refleja el ámbito de lujo en el que se mueve, el jazz muestra el mundo de sus raíces afroamericanas. La selección de piezas musicales diversas es una simbología que refuerza la base principal de la trama: la lucha de Shirley por encontrar su lugar en la sociedad.
Forjando una amistad a base de contrastes
Durante el desarrollo de la película, el espectador se percata de las diferencias culturales entre chófer y músico. Su nexo común, la música, va a crear un lazo de unión entre ambos personajes. Durante los viajes, canciones de jazz, blues y rock van apareciendo, y ayudan a situar al espectador en la América de los años 60, un período de diversidad musical. Los contrastes de estos estilos con el clásico generan diversas conversaciones entre ambos. Mientras Shirley se mantiene inamovible en sus gustos y opiniones de la música clásica, Tony prefiere la música popular, demostrando la brecha cultural entre ambos. A medida que se van conociendo, Tony se maravilla con las interpretaciones de Shirley, y a su vez, el artista va mostrando interés por esa música extraña que su chófer pone en el coche y que nunca había escuchado. De este modo, la brecha se va cerrando y surge entre ellos un respeto común creado gracias a la música.
Son las piezas pertenecientes a la banda sonora las que muestran aspectos clave de los personajes. Backwood Blues se interpreta en directo por medio de una bigband, al comienzo de la película a modo de presentación no solo del personaje de Vallelonga, sino también como muestra del ambiente en el que trabaja y la cultura de la época. Water Boy es introducida con la cuerda, para entrar posteriormente con el piano, imitando la melodía principal y llegando a una segunda sección en la que Bowers muestra la emotividad y alta sensibilidad del pianista. La interpretación en la pantalla está cargada de sentimiento, lo que hace destacar su técnica y admiración por parte de la audiencia.
Field workes es un tema que se queda clavado. Las cuerdas acompañan a un piano emotivo, con una tensión latente que va de la mano con la situación: el pianista observa a un grupo de afroamericanos trabajando a pleno sol en el campo. En contraste, Happy Talk es un tema optimista con el que se muestran momentos más relajados. Su tema melódico proporciona una mayor continuidad y ligereza a una trama con altos momentos de tensión. El acompañamiento de las cuerdas mece la melodía y elevan la musicalidad del piano.
Bowers realiza una adaptación del tema Lullaby of Birdlandy lo convierte en una pieza virtuosística por medio de elementos contemporáneos y una fusión de géneros como el jazz, el neosoul y la música clásica. Entre acordes extendidos y rápidos pasajes llenos de complejidad, incorpora técnicas de improvisación novedosas.
A su vez, la inclusión de canciones de artistas como Aretha Franklin o Little Richard proporciona autenticidad histórica al mismo tiempo que subraya los temas de segregación racial que la cinta aborda.
Las piezas a piano de Chopin que interpreta Shirley son complejas, con una técnica brillante y meticulosa, lo que enmarca en gran medida la personalidad del pianista. Su forma de tocar es su modo de reivindicación.
La calidad musical que tiene esta banda sonora es digna de admiración. No solo por la música en sí, sino también por la magistral selección y combinación de piezas clásicas con la música popular.
Nos encontramos con una película a la que su banda sonora la eleva, logrando capturar la esencia de los personajes, indagando en su intimidad, al mismo tiempo que muestra las vicisitudes de la época, y sirve como medio para explorar la identidad, la cultura y los valores de la amistad.
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