Compuestos para Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII duque de Alba, los seis divertimenti a violino, viola e violoncelo aquí recogidos son una muestra excelente de las tres series (dieciocho obras en total) compuestas por Gaetano Brunetti entre 1773 y 1775, tiempo en que estuvo al servicio del duque, violinista y violista aficionado y poseedor de una vasta biblioteca musical que, como atestigua el Inventario y Tasación de los instrum[en]tos y papeles de Música realizado en 1777 tras su fallecimiento, contenía valiosas partituras camerísticas de compositores franceses, austro-germanos e italianos radicados en España principalmente, como Corselli, Boccherini o el propio Brunetti, sin olvidar, por su puesto, obras de maestros españoles, entre ellos Herrando y Misón.
El término ‘divertimenti‘, aparte de para connotar el carácter lúdico y liviano de estos tríos en dos movimientos, sirve al compositor fanés para diferenciarlos del conjunto arquetípico del Clasicismo, formado por dos violines y violonchelo. Obras de madurez creativa, testimonian el hábil y personal manejo brunettiano de las influencias recibidas de Haydn y Boccherini, trazables no obstante en las sutilezas melódicas, la rica independencia de cada parte instrumental, la cuidada tímbrica de cada obra, que, como elementos sublimados, alcanzan la quintaesencia en el fraseo cálido de las cuerdas del Concerto 1700, la sosegada transparencia aplicada a las texturas y el colorido sensual del equilibrio sonoro conjunto.
Daniel Pinteño, líder del Concerto 1700, deslumbra por su elegante ejecución de matices, ornamentos, y la fluidez cristalina con que afronta los pasajes rápidos y enfáticos, como sucede en el Allegretto del Divertimento L136 o el Allegro del Divertimento L140, pieza en la que comparte momentos intensos con la violonchelista Ester Domingo, quien a su vez descolla, junto con la viola Isabel Juárez, en los prodigiosos Andantino gracioso con variazioni y Allegro non molto del Divertimento L42, movimiento este último donde la enérgica interpretación de los tres solistas resulta especialmente emocionante.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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