Frederic Mompou: Música Callada
Emili Brugalla, piano
la mà de guido LMG 2148
Melómano de Oro
“La música callada, la soledad sonora” son los versos del poeta del siglo XVI San Juan de la Cruz que inspiraron a Mompou en la creación de una de sus obras más representativas: Música callada. Con un total de 28 números y organizados en cuatro cuadernos (escritos entre los años 1959-1967), el compositor barcelonés se adentra en nuestro mundo espiritual. La excelente versión que escuchamos está a cargo del pianista Emili Brugalla, y según nos dice el propio intérprete en el folleto que acompaña al disco, fue grabada respetando la toma completa de cada uno de los cuadernos, aportando así una interpretación de gran naturalidad.
La música de Mompou se caracteriza por ser muy expresiva. La construcción melódica es elegante y su lenguaje armónico muy rico, generalmente tonal. Los tempi suelen ser lentos y las dinámicas varían entre el pianissimo y el mezzo-piano. Estas piezas requieren mucho control en las dinámicas yen este sentido Brugallaes un maestro del sonido. Esta elegancia y finura se perciben por ejemplo en el n.º 2 del primer cuaderno, Lent, partitura cargada de reguladores de intensidad, o la maravillosa melodía del n.º 6, perteneciente a este mismo cuaderno. Brugalla muestra un instinto musical muy desarrollado.
Entre las estupendas piezas de la colección destacamos la n.º 13,Tranquilo-très calme, que nos recuerda a las canciones y danzas;la n.º 15,Lento-plaintif, donde se reconoce la impronta de Chopin; la n.º 19,Tranquillo(una de las composiciones preferidas de Mompou junto a la n.º 20,Calme) y que, como indicó Antonio Iglesias, se trata de un fragmento musical que esconde pasión y lirismo exaltado. Del cuarto cuaderno subrayamos la interpretación del n.º 25,Lento, en el que parece que estemos escuchando a AntonWebern por la atmósfera de serialismo que aporta un halo de misterio.
Sin duda nos encontramos ante una interpretación sobresaliente. Brugalla nos transporta a un mundo sereno, lleno de sutiles sonoridades, que no está reñido con el carácter juguetón y desenfado que requieren algunos de los pasajes de la obra. ¡Para disfrutar!
Por: Francisco J. Balsera
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