Fin du Temps
José Luis Estellés, clarinete
Aitzol Iturriagagoitia, violín
David Apellániz, violonchelo
Alberto Rosado, piano
Ibs Classical IBS72020
Melómano de Oro
Debió sentir miedo al ver al enemigo en las lindes del bosque donde se ocultaba junto a otros miembros en fuga de su desintegrada unidad. Sin embargo, lo que Messiaen recuerda de aquel momento previo a la captura por los soldados alemanes fue el efecto de sus voces en la distancia: acentos rítmicos, repetitivos; y el hecho extraño de que, sin ser demasiados, las voces parecían multiplicarlos en número a medida que estrechaban el cerco a los franceses.
El Cuarteto para el fin del tiempo surge en este contexto de debacle proclamando un mensaje de esperanza enraizado en la inquebrantable fe católica de su compositor, quien de manera épica llevaría a término la obra (con ayuda, cierto es, de un oficial alemán indiferente al dictamen del régimen nazi sobre la EntarteteMusik) durante los duros meses de confinamiento en Sajonia, donde se estrenó ante un público de prisioneros y guardias en enero 1941.
‘Vi descender del cielo un ángel poderoso… con el arcoíris sobre su cabeza… levantó su mano al cielo y juró… que el tiempo no sería más … y cuando [el séptimo ángel] toque su trompeta, el misterio de Dios se habrá consumado’.
Así describe Juan (Apocalipsis 10) el momento en que dará inicio el tránsito hacia la quietud sin cambio, al ‘ahora’ que será siempre, la Eternidad. Un proceso recreado por Messiaen mediante largos solos instrumentales de poética conmovedora, colorista estruendo de angélica furia y cantos de aves que ascienden envueltos en luminosas texturas simbólico-místicas, isorritmias medievales y escalas de tonos enteros.
Para el registro de esta obra capital del siglo XX (‘la primera española de la era moderna’, en palabras de José Luis Estellés), a la que precede una interpretación no menos intensa del Quatrain II (1977) de Takemitsu, cuarteto deudor por espiritualidad y elenco instrumental del messiaenico, el clarinete solista de la OCG tuvo la idea de reunir a otros tres solistas de reconocido mérito con quienes ha compartido muchas horas de música. El resultado, por su brillantez y altura interpretativas, es monumental. Sin lugar a dudas, un registro de referencia.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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