
Sheku Kanneh-Mason, violonchelo
Cuarteto Heath
London Symphony Orchestra
Sir Simon Rattle, director
DECCA 4850241
Sheku Kanneh-Mason se consolida como la apuesta juvenil del violonchelo actual. He aquí un recital sobresaliente, cuyas obras no responden al recurrente virtuosismo, sino a la delicadeza y la intuición de los grandes artistas. De hecho, el programa de este disco resalta el valor de la música por encima de protagonismos individuales. Agradecemos a Kanneh-Mason unas interpretaciones donde se muestra laborioso partícipe de un trabajo camerístico por encima de todo. Y con la idea de expandir el carácter del violonchelo, este registro incluye arreglos de Parkin y del propio Kanneh-Mason. Esto depara una armonía exquisita y abundante.
Elgar posee aquí la doble faceta concertante y camerística. El entusiasmo de Kanneh-Mason viene acompañado de una experiencia de años fervientes y prolíficos de conciertos con variados músicos y auditorios. Su versión del opus 85 es de una brillantez académica donde la batuta de Rattle nivela a la perfección el solista y la orquesta; sonoridades robustas y contrastes expresivos. Por su lado, Romance tiene los ingredientes más jugosos cual herencia del Romanticismo.
La contribución del Cuarteto Heath es vital porque la música adquiere la dimensión de un regalo íntimo, ese prodigio que cautiva a nuestros oídos. Bloch, con sus dos obras, es un ejemplo de virtudes: discurso muy timbrado, desarrollo pulcro y un contrapunto imitativo que transmite al oyente un precioso drama y que evoca el lenguaje de Borodin. Klengel bebe de los oratorios de Mendelssohn en una plenitud mantenida hasta la última nota. Le encantará al melómano la pieza tradicional con guitarra, que a dúo con el violonchelo combina el punteo y el pizzicato. Y Fauré conmueve por su originalidad y calidez.
La carpetilla recoge comentarios muy interesantes de Sheku Kanneh-Mason, quien nos refiere que las versiones de Jacqueline du Pré fueron cruciales para su futuro, ya presente en un panorama repleto de actuaciones muy aplaudidas.
Por Marco Antonio Molín Ruiz
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