El músico silencioso. Por qué hay que dirigir a la orquesta.
Mark Wigglesworth.
Alianza Música.
Biblioteca básica.
Madrid, 2021.198 páginas.
La intención de este libro, escrito por el director de orquesta británico Mark Wigglesworth (Sussex, 1964), responde a una pregunta concreta: ¿para qué sirve el director? La respuesta está distribuida en seis apartados, que abordan el trabajo de este profesional desde distintos aspectos. El primero (‘Dirigir los movimientos’) destaca la importancia del gesto, de la comunicación corporal y de la expresividad de las manos; el segundo (‘Dirigir a los músicos’) incide en el acercamiento a la orquesta, a manejar más la autoridad que el poder; el tercer apartado (‘Dirigir la música’) sugiere cómo gestionar la partitura, los detalles de velocidad, intensidad y expresividad que el lenguaje musical solamente sugiere.
El cuarto capítulo (‘Dirigir óperas’) se ocupa de los problemas específicos entre la música y la escena: la solución ha de venir por la colaboración y el entendimiento. ‘Dirigir conciertos’ es título de la sección siguiente y en ella se reflexiona sobre el hecho social de la música y el concierto y no tanto sobre los problemas del apartado sinfónico. ‘Dirigirse a uno mismo’ cierra el trabajo, abordando el comportamiento y la interdependencia del director con la orquesta y con otros aspectos de esta actividad, pues hoy el director de orquesta es, en muchas ocasiones, un gestor artístico.
No es un ‘manual’ para directores o estudiantes, pero en sus páginas no faltan los consejos, encaminados a generar confianza en los músicos, porque la orquesta es un organismo vivo.
Por José Prieto Marugán
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