Título: El discurso del rey
Dirección: Tom Hooper
Música: Alexandre Desplat
El discurso del rey. Cuando la sutileza proviene de la música.
La tartamudez de Bertie, duque de York (Colin Firth), es un gran problema personal al que quiere poner fin. Y más cuando se percata de que puede llegar el momento de ser rey. Tras probar con varios médicos sin éxito, encuentra a Lionel Logue (Geoffrey Rush), con quien conecta. Los métodos se salen del ámbito protocolario, pero el duque continúa yendo a consulta. La posibilidad de que su hermano renuncie al trono es cada vez mayor, y en época de guerra es crucial dar un discurso que calme al pueblo sin que le tiemble la voz, siempre con el apoyo incondicional de su mujer, la futura reina madre Elizabeth (Helena Bonham Carter).
Una partitura con sangre azul
La banda sonora de El discurso del rey podemos dividirla por la presencia de dos instrumentos principales: el piano, y el violín (o conjunto de cuerda). Desplat crea un tema principal con una melodía amable a piano muy reconocible, que se queda anclada en el subconsciente del espectador. Esto se da gracias al empleo de la música extradiegética, que refuerza las emociones del protagonista y subraya sutilmente los tonos amables de la película.
Este leitmotiv aparece en los momentos de felicidad del duque. Con un bajo Alberti y una melodía sencilla, el compositor resalta los momentos de complicidad entre el futuro rey y su familia: los abrazos con sus hijas, la sinceridad con su mujer e incluso algunos momentos que se tornan divertidos.
Y es que el piano puede representar aquí a la propia figura de la realeza británica: sutil y dulce en los actos públicos, afable con el pueblo y sumamente protocolaria. Pero también dura y regia en sus gestiones de gobierno, por ello un piano dramático irrumpe en escena en los momentos en los que el rey se encuentra realizando sus labores de estado.
Por otro lado, los conjuntos de cuerda van a resaltar la tensión y el drama de un momento clave en la historia: los años anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Del mismo modo, la cuerda también se emplea para hacer resurgir algunos de los recuerdos traumáticos de infancia, e incluso en la abdicación del rey Eduardo VIII, momento en el que el duque de York debe tomar la responsabilidad, sacrificar sus preferencias y convertirse en el rey Jorge VI.
Va a ser el silencio el encargado de dominar los momentos cruciales, ofreciendo de este modo un mayor protagonismo a la escena y aumentando el dramatismo del momento.
Mozart y Beethoven realzan la importancia del discurso
Cuando el duque decide confiar en Lionel, Mozart es el encargado de poner música a la elipsis que refleja el tratamiento. La obertura de Las bodas de Fígaro remarca los avances de una terapia donde el clarinete es el protagonista. Probablemente no sea casualidad la elección de esta pieza, ya que Mozart tuvo que enfrentarse, con esta obra, a los prejuicios que acuciaban en la época a la ópera bufa, del mismo modo que Bertie debe enfrentarse al qué dirán de su tartamudez.
El segundo movimiento de la Sinfonía núm. 7 en La mayor,opus 92 de Beethoven va a reforzar un clímax que es vital en la película: el discurso final. El dramatismo de las cuerdas va a reflejar el miedo y la incertidumbre de un discurso clave encargado de informar a toda la nación de la entrada en guerra del Reino Unido contra la Alemania de Hitler. A la vez, aumenta la tensión de un rey presionado por la obligación de tener voz en un momento de la historia en el que el discurso se convirtió en el símbolo de la esperanza.
El Allegretto de esta sinfonía se basa en la repetición de un mismo motivo rítmico en 2/4, interpretado en un movimiento lento y con tonalidad de La menor, que se caracteriza por ser la más oscura en la escala temperada. Es por ello que se aprecia un ambiente fúnebre en la interpretación de este movimiento, por lo que la música está adelantando al espectador lo que vendrá. Beethoven recrea la sombra de una terrible guerra que se ha posado sobre el cielo de Inglaterra.
Jorge VI culmina su discurso. Su declamación ha sido exitosa. Pronto habrá que prepararse para lo que viene, pero ahora es el momento de disfrutar de los grandes progresos que Bertie ha conseguido en la superación de su tartamudez. Ahora tiene voz, y eso le convierte en un héroe. De nuevo va a ser Beethoven el encargado de reforzar esta figura, y no puede haber mejor modo de encumbrar a un héroe que con la Sinfonía núm. 3 en Mi bemol mayor,opus 55, también conocida como ‘Heroica’, que va a ser inteligentemente empleada para el epílogo de la película.
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