Reseña | El Bohemio

‘Llevo en mí el plasma de una vida inquieta | Y en mi vagar incierto, peregrino, | El Arte va alumbrando mi camino | Cual si fuera un fantástico cometa’. Con estos versos de Agustín Barrios —que se recitan en una de las pistas del álbum— nos asomamos a la idea de arte y vida del compositor y guitarrista paraguayo. Sin embargo, es la sensibilidad de Thibaut Garcia la que nos revela poco a poco la mística del compositor. Y es que, Agustín Barrios es una figura clave para la guitarra clásica. El idioma del compositor es absolutamente distintivo, haciendo confluir un Romanticismo cercano a Chopin, Beethoven y Schumann con las raíces de una música naciente en la cultura popular sudamericana. La ambición y la pasión por la música que llevó a Agustín Barrios hasta Nitsuga Mangoré y de vuelta, queda reflejada en su poema Profesión de Fe —¡Investigad!— y en la variedad y calidad de su repertorio tan pronto pianístico como inundado de ritmos populares. En el álbum se incluyen algunos de sus arreglos de la música de estos compositores, así como algunas de sus obras más profundamente ‘guaraníes’. Esta diversidad idiomática del compositor que tenía a la luna como inspiración y guía en su camino artístico, ponen al intérprete contra las cuerdas. Sin embargo, Thibaut Garcia tiene la cualidad de profundizar en la idea original de cualquier obra que tenga entre manos, a través de su personalidad delicada y su interpretación fresca y luminosa que hacen que reconocerle en la escucha no tenga pérdida. Nos regala tal vez una de las mejores interpretaciones de esas ‘obras vertebrales’ de la guitarra clásica como son Una limosnita por el amor de Dios y La Catedral. El álbum incluye una grabación original del propio Agustín Barrios, demostrando así que el intérprete cuida con mimo cada detalle de su proyecto. Es inevitable recordar aquel álbum de David Russell al tener este disco entre manos, sin embargo, estoy segura de que la grabación de 1995 y El Bohemio convivirán con el paso de los años como referentes para la interpretación de la música de Mangoré.

Por Sara Guerrero Aguado