Reseña | Ecléctico

Diego Molina nos presenta en Ecléctico el reflejo de la profundidad musical que se puede alcanzar a través de la experiencia del camino, el estudio y la entrega a la guitarra desde melodías y armonías que viven en la memoria de todo aquel que ame este instrumento en todas sus variantes. 

El álbum Ecléctico lleva el título perfecto pues, en él, Diego Molina incluye algunas obras que constituyen los pilares del repertorio estructural de la guitarra clásica como son La Catedral de Agustín Barrios, la transcripción de Asturias de Isaac Albéniz, el Homenaje a Tárrega de Joaquín Turina y la Milonga de Jorge Cardoso. Sin embargo, su personalidad interpretativa y su idea musical le otorgan a dicho repertorio unas alas que culminan en ocasiones la proyección de las ideas originales de los propios compositores. Me detengo específicamente en el ecuador del disco, pues les recomiendo encarecidamente que escuchen con los oídos ‘abiertos’ la versión tan personal y ‘fluida’ de Invocación y Danza de Joaquín Rodrigo que nos ofrece Diego Molina en este álbum. Las ideas nuevas —musicales y programáticas— que aporta el guitarrista a esta música albergan tanta naturalidad que el discurso musical emana y discurre de tal forma que no deja cabida a la desconexión. 

No obstante, el alma de un flamenco se filtra por todos los poros de este disco y nos regala algunas piezas de este género en las que el perfeccionismo y control sonoro propios de la técnica de la guitarra clásica no pasan desapercibidos en la interpretación de Diego pero sin perder el coraje y la garra paradigmáticas de esta música tan de nuestras raíces.  

Ecléctico es una ventana sencilla, humana y muy personal de la idea de libertad que siempre acompaña al concepto de música. El alma ecléctica de la guitarra de Diego Molina: su forma flamenca atraviesa las sutilezas de la guitarra clásica y sus dedos cuidadosos y mimosos del sonido puro del clásico, alcanzan la esencia desgarradora del flamenco.

Por Sara Guerrero Aguado