Reseña | Dicen que hay amor. Cancionero de Mallorca

Centrado desde su fundación en la ópera barroca y en la recuperación del patrimonio musical de los siglos XVI al XVIII, el Colegium Musicum Madrid, conjunto dirigido por el guitarrista Manuel Minguillón, centra su interés ahora en el repertorio profano del XVII español, sin por ello renunciar del todo a la música escénica. Dicen que hay amor recoge catorce de los cuarenta y tres tonos humanos presentes en el Cancionero Poético-Musical de Mallorca.

A guisa de intermezzo diversas obras instrumentales articulan el álbum como si de una representación teatral se tratase: Pasacalles y Capricho arpeado por la cruz separan la primera de la segunda jornada; una deliciosa Suite de piezas para guitarra, violonchelo y percusión armada con obras del guitarrista turolense Gaspar Sanz —autor asimismo de los números precedentes— entre la segunda y tercera jornada; y una Sinfonía a violonchelo solo de Giacomo Facco, adaptada para el elenco del Collegium, obra de exquisita factura (animadísimas la Gavotta y Gigha finales), entre la tercera y cuarta jornada. Facco, paduano de nacimiento, miembro de la Capilla Real de Felipe V y maestro de música de infantes, escribiría en 1720 la primera ópera en estilo italiano con texto en español.

Los géneros poéticos musicados, romances y letrillas, de carácter amoroso, en algunos casos fueron interpretados durante representaciones teatrales debido a su extraordinaria popularidad; razón esta por la cual también se añadieron a los folios del Cancionero donde, entre autores anónimos, destacan los nombres de Juan de Zelis, Juan Hidalgo y Sebastián Durón. De Zelis es el animado Ya no son más que veinte (‘las que idolatro’; se presenta a un mujeriego empedernido); de Durón es La borrachita de amor, que tan pronto ríe como se irrita o llora; de Hidalgo, Al aire se entregue, tono de la zarzuela Los celos hacen estrellas.

Los miembros del Collegium, deslumbrantes, intensos, acreditan su virtuosismo acompañados por la hermosa voz de la expresiva María Espada. Un trabajo conjunto admirable.

Por Alejandro Santini Dupeyrón