Hay compositores que lo aguantan todo. Véanse las múltiples versiones de la música de Bach, como alguna ingeniosa propuesta carioca del Concierto italiano con instrumentos brasileiros… en alarde de imaginación. En el caso de Debussy, lo exótico y personal se dan la mano hasta cotas que pocos han superado en su originalidad. El intérprete de este disco, pianista armenio, nos regala en el libreto interno su visión del genio francés como «unificador y sintetizador de muchas corrientes artísticas del final del siglo XIX […] que ofrece a la humanidad un nuevo camino libre de constricciones y complejos». Afirma que para Debussy la música es su religión y nos lo presenta como «sumo sacerdote». Una visión mística y personal que trasluce en la traducción de sus páginas hasta el ensimismamiento más íntimo.
Por lo general, estamos ante un pianismo elaborado en grado sumo, de intenso cuidado por la calidad sonora, variado en registros, con hábil uso de los pedales y tipos de ataque, si bien de planteamiento discutible sobre una organización temporal que a veces raya la ausencia.
Álbum fruto del crowdfunding, agradecido por el propio Rubén Yessayan en la ficha técnica, no encontramos datos significativos del lugar y fecha en que ha sido grabado, ni tampoco el piano sobre el que interpretó el segundo libro de Preludes y los Six épigraphes antiques. Uno de los ejemplos más significativos que podemos encontrar en su interpretación de la falta de rigor en tempo, a la manera del nonchalante et molle que Albéniz propone en su Almería, se encuentra en su propuesta de «La Puerta del Vino». Estamos acostumbrados a mayor afinidad con la estructura rítmica, si bien Yessayan licua el vino de la puerta hasta que se diluye aguado, mostrando una visión cuasi mística de la indiscutible sensualidad de está página o, como apreciaría un exigente enólogo, caldo fade sin propiedades para la embriaguez, falto de grado y de personalismo quizá narcisista. Sin pretender demasiada fidelidad al texto, hay que reconocer un sonido bello y esmerado que hace de su escucha, en general, una experiencia agradable.
Por Antonio Soria
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