El Trio Zerline abraza una gran variedad de estéticas. La formación, que se define por su voluntad de promover la creación contemporánea junto a la interpretación de obras más antiguas, ofrece un cautivador y variado trabajo. La interpretación de la Sonata para flauta, viola y arpa de Claude Debussy es sensible y conserva su ambigüedad emocional. Brindan una interpretación impecable, sobre todo en cuestiones de dinámica, tempo y articulación. La flauta suena angelical, y tanto viola como arpa producen sonidos de una pureza complementaria. La forma libre de la ‘Pastorale‘ es reemplazada por una rítmicamente más definida en el ‘Interlude‘. El ‘Final‘ evoca poderosamente el humor y la emoción.
El Elegiac Trio, destinado a ser un memorial a los amigos que perdió Arnold Bax en el Levantamiento de Pascua en Dublín, es soñador y aireado. Los hermosos arpegios del arpa, seguidos por un verso en la viola que repetirá la flauta, consiguen crear tonos de colores maravillosos gracias a su exuberante escritura. Incluso en los momentos más dramáticos y entregados, su interpretación es fluida y suave.
En Terzettino, una pequeña y encantadora pieza de Théodore Dubois, la interpretación del trío está inmersa en la estética francesa de finales del siglo XIX. La versión del Trío para flauta, viola y arpa de Leo Smit es particularmente densa y magistral. Estilísticamente es bastante diferente de las otras piezas del disco. En ella muestran un trabajo tan comprometido como absorbente, brindando un brillo cálido e inmensamente cómodo, bellamente captado en esta grabación altamente atmosférica.
Takemitsu, interesado en la forma en que se movían el agua y el aire, a través de su obra And then I Knew ‘Twas Wind,convierte la instrumentación de la sonata de Debussy en lo que se podría pensar metafóricamente como un arpa eólica de tres personas. La interpretación de esta pieza, que toma su título de un poema de Emily Dickinson, tiene una cualidad onírica, llena de posibilidades, en las que las formas claras y las conclusiones permanecen fugitivas, pero nada se siente trivial.
Por Alba María Yago Mora
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