Jeremy Bass, guitarra
Orpheus Classical OR 7180-9950
Melómano de Oro
Del Puerto experimenta con las reminiscencias formales y armónicas de siglos pasados, mientras que a su vez apunta toques novedosos desplazándose de los centros tonales y combinando recursos técnicos más propios de la música contemporánea.
Jeremy Bass es el intérprete idóneo para llevar este repertorio a cabo, puesto que es capaz de viajar desde los sonidos más sutiles y misteriosos a la extravagancia y arrojo de los rasgueos, ‘pizzicati Bartók’ o violentos portamentos.
Cada sonata profundiza, reafirmándola, en la clásica forma bien conocida por todos, con la exposición de temas contrastados, desarrollos y reexposición de los temas. Pero aporta un toque personal que va más allá de las sonatas clásicas y románticas. Mediante los procedimientos de la repetición, conectados con el Minimalismo, o la recontextualización de temas.
Cada sonata posee una reminiscencia de temas de la Segunda Sinfonía de Leonard Bernstein y una serie dodecafónica que revela el influjo de Arnold Schoenberg.
La Primera Sonata está conformada por cuatro movimientos que, de forma cíclica, va desarrollando temas transversales que aparecen a lo largo de todo el discurso. Esta obra se mueve entre diversas sonoridades. Por momentos nos remonta a la ambientación de las obras de Debussy, escuchamos melodías que tienden hacia lo modal y en ocasiones nos transporta a desconocidos lugares remotos. En el Finale se vuelve a repetir de manera literal la última página de primer movimiento, Allegro moderato.
La Segunda Sonata, de menores dimensiones, parece tener un esquema casi de sonatina clásica, con tres movimientos. Sin el carácter sofisticado y experimental de la Primera, el segundo movimiento, Coral, una pequeña pieza que conecta con un rondó virtuoso del Finale. En este podemos apreciar un toque español en el estribillo y una reformulación de la secuencia ‘Dies irae’. Del Puerto exprime el instrumento usando de forma incesante las seis cuerdas, desde el primer al último traste, y con un amplio uso de acordes y arpegios.
La Tercera Sonata está precedida por una pieza llamada Interludio de estío, una obra evocadora con un tema de gran belleza que aparece repetidamente y permite al oyente reposar sobre un colchón tonal, ensoñador, que rápidamente modula hacia otras sonoridades sorprendentes y contrastadas. De cinco movimientos es esta última sonata, dedicada al mismo intérprete, Jeremy Bass. Aun aplicando los principios formales de la sonata clásica, se comienza por un Preludio que nos lleva a la suite barroca. No es esta su única alusión, también hay un Scherzo con chacona y un Adagio interroto, interrumpido por un ritmo rápido y ternario que recuerda a la giga. Estos elementos barrocos están alternados con series dodecafónicas, conformando un lenguaje propio y muy personal. Esta suma de influencias y estilos es, en cierto sentido, un elemento formal en su música, que conjuga con genialidad según los procedimientos de la yuxtaposición y la repetición.
Según Jeremy Bass, Del Puerto adopta una actitud crítica con respecto a la forma sonata, si bien se vale de sus características canónicas, él las reinventa, las expande y se aleja, sin dejar de estar dentro, de su forma ortodoxa y original. También Bass nos habla del carácter posmoderno de estas obras, por su estructura de mosaico y por un uso de la tonalidad, tónica-dominante, no de una manera estructural sino apelando a la pura nostalgia de ciertas sonoridades.
Bass resuelve perfectamente todos los retos interpretativos y técnicos, los cuales no son pocos, entendiendo la obra de Del Puerto de manera que nos llega a los oídos de manera clara y transparente, aun siendo conscientes de las múltiples capas que podemos desbrozar tras su escucha atenta y un análisis concienzudo. Estamos deseando escuchar el volumen II.
Por Enrique Pastor Morales
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