Claroscuro
Capella de Ministrers
Delia Agúndez, soprano
Sara Águeda, arpa de dos órdenes
Robert Cases, guitarra barroca y tiorba
Carles Magraner, viola da gamba y dirección
CdM 2151
Este disco ofrece un homenaje a la figura de Miguel de Cervantes, quien se sitúa en el centro de uno de los cambios más notables de la historia del arte, el paso entre los siglos XVI y XVII, dando paso del Renacimiento al Barroco.
Las obras que componen este recital son una buena representación de la atmósfera que se vivía en los albores del Barroco, en el que coexistieron guitarras y vihuelas, luces y sombras, pasando de una concepción ordenada y apolínea, a una estética más sensual y dionisíaca.
El disco está repleto de tonos humanos, cantados con maestría por la soprano Delia Agúndez. Entre ellos caben destacar los bien conocidos Vuestros ojos tienen d’amor no se que y De tu vista celoso, de autor anónimo, o No piense menguilla y Ojos, pues me desdeñáis, del aclamado José Marín. Esta última pieza, una suerte de lamento, contrasta a modo de claroscuro con el carácter festivo de la pieza que le sucede, Un sarao de la chacona, de Juan Arañés.
El Quijote es una novela plagada de alusiones a la música, realizando un fiel y certero retrato del Siglo de Oro. Cervantes puso el ojo en los romances, atendiendo a personajes como Cardenio, Gaiferos o Calaínos. Aquí escuchamos romances que fueron puestos en música, como Romance de Cardenio: Por unos puertos arriba de Antonio de Ribera, extraído del Cancionero Musical de Palacio, recopilado en tiempos de los Reyes Católicos. Conviene recordar que el Siglo de Oro duró más de un siglo y tiene, como fecha simbólica, comienzo en 1492.
El siglo XVII se caracterizó, no solo en España si no en toda Europa, por un amplio y creciente interés por la danza, que se vio enriquecida enormemente por las idas y las vueltas al continente americano. Así, se produjo un mestizaje sonoro que se vio reflejado, sobre todo, en la danza. Escuchamos pavanas, paradetas, folías y chaconas, unas con un pie en el XVI y otras, con el otro en el XVII.
Esta música llena de claroscuros trascendió las fronteras peninsulares, y compositores como Bailly o Stefani se hicieron eco de ella, creando piezas en castellano como Yo soy la Locura.
Por Enrique Pastor Morales
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