Christoph W. Gluck. Don Juan, Sémiramis
Le Concert des Nations
Jordi Savall, director
Alia Vox AVSA9949
Melómano de Oro
Jordi Savall, con la vitalidad que le caracteriza, sigue sumando títulos a su discográfica Alia Vox. En esta ocasión se trata la música de los ballets Don Juan y Sémiramis de Christoph W. Gluck. Si bien la primera de las obras es más conocida, no lo es tanto la segunda. Se trata de música descriptiva, en donde solo la música nos explica una historia, sin la presencia de la voz. La presentación del disco es excelente, tal como nos tiene acostumbrados Alia Vox, al igual que los comentarios sobre las obras. Le Concert des Nations, orquesta de instrumentos originales y criterios históricos interpretativos, suena bien equilibrada con un poderoso sonidos de los metales. La plantilla de cuerda elegida es bastante barroca (4+4+2+3+1), a la que hay que sumar las maderas y los metales antes mencionados. Un clavecín y una guitarra barroca, alternada con un chitarrone (una especie de tiorba), complementan el bajo continuo. El clavecín (un instrumento flamenco de 2 teclados) suena un poco lejano, debido a la toma de sonido, aunque con una realización de Luca Guglielmi muy buena e imaginativa. Hay corrientes partidarias de no incluir ya cuerda pulsada en las obras de Gluck, al ser ya música más ‘moderna’, pero es algo perfectamente lícito y lo cierto es que la cuerda pulsada no desaparecerá de la faz de la tierra en el Clasicismo. Destaca el bello y cálido sonido del oboe en el tercer movimiento de Don Juan, con una elección del tempo por parte de Savall más rápida de lo que se hace habitualmente, cosa que hace que le confiere un papel más rítmico a la danza y mayor poder a la guitarra barroca en el continuo, sin olvidar las inteligentes ornamentaciones del oboe en las repeticiones. Jordi Savall sabe exprimir el carácter en cada movimiento, como si de personajes de una ópera se tratase, cosa que nos permite captar cuando la música es agresiva, dulce, alegre, enfadada y una inmensidad de adjetivos más. Destaca la variedad de articulaciones y dinámicas, tanto en cuerda como en vientos, la buena cohesión de la orquesta y la gran sincronización en los momentos de pizzicatti.
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