Título: Cher Ami
Director: Miquel Pujol
Música: Manel Gil-Inglada
Es curioso cómo un eslogan publicitario puede influir tanto en la opinión pública de un país. El famoso «Yes We Can» es utilizado con excesiva asiduidad cada vez que una manifestación de cualquier índole se pone en marcha. Ya sea política, económica o cultural, da lo mismo, estas palabras actúan como un mantra que penetra en el seso del individuo provocando su respuesta inmediata. Ahora bien, ¿qué tiene que ver este eslogan con la música cinematográfica? Pues mucho, si tenemos en cuenta el vacío que nuestra cinematografía tiene en relación a la música realizada para el cine de animación. Lo que para otras culturas resulta algo recurrente, tan cotidiano como poco original, hoy día, para la nuestra, se presenta como algo excepcional que empieza a vislumbrar un futuro esperanzador. Hablar de Menken, Goldsmith, Horner, Folk o Zimmer para referirnos a la música de animación demuestra que el país de las hamburguesas nos lleva bastante ventaja en esto, pero ahora, y gracias al talento de unos cuantos caballeros con alma de Quijote —hidalgos que buscan en las yermas tierras de esta patria la oportunidad deseada—, tenemos la oportunidad de reivindicar que nuestra música puede competir con las grandes producciones norteamericanas.
A tenor de lo expuesto se puede realizar una pequeña arqueología de la música patria rescatando del olvido a músicos como Oscar Araujo, pionero en estas lides, o Marc Timón Barceló, la gran esperanza, firmas que han puesto su enorme talento al servicio de nuestra animación. Pero, si he de ser sincero, hay un nombre propio, un Quijote de trazo introspectivo y caligrafía original cuya propuesta está henchida de belleza: su nombre, Manel Gil-Inglada, ecléctico y audaz caballero zaragozano que lleva años demostrando que la música puede ser otra cosa. Obras tan heterogéneas como Evo o La muerte dormida; o también sus divertidas producciones animadas de temática zombi (Papá, soy una zombi y Dixie y larebelión zombi) son ejemplos de que aquello que dijo Obama puede ser aplicado a la música cinematográfica de nuestro país.
Con estas coordenadas y una puesta en escena heredada de Don Bluth, Manel desarrolla su partitura en tres frentes muy distintos: la aventura, la acción y la amistad, tres ideas que forman el corpus musicae de la obra. La historia arranca con una gran obertura que Manel utiliza para describir el sentimiento de la aventura, un bello y descriptivo leitmotiv (Obertura i batalla aèria), liviano o etéreo, que hereda de las epopeyas musicales de antaño el clásico gusto por lo estético. Se trata de una acertada idea que sirve de pórtico a esta historia de dibujos animados made in Spain. Sin solución de continuidad el músico recrea con solvencia y oficio una intensa contienda aérea que tiene a la cuerda como protagonista utilizando melodías cortas y efectistas que se oponen a la bucólica tonada (Tourbillon i els seus amics) que dibuja la relación de amistad que existe entre los animales de esta peculiar granja situada en los bosques de Argonne, Francia. La melodía, imagen de la amistad que no ha de perderse, es tan inocente como sincera, demostrando, una vez más, que con muy poco se puede hacer mucho, o expresado de otra manera, y tomando las palabras de Ludwig Mies van der Rohe como modelo, «menos es más». El violín, el oboe o el piano (Nit a la Taverna/Cocoq i Cher Ami) son algunos de los instrumentos que Manel utiliza para tejer sobre nuestra mirada ese tenue manto de la inocencia que solo con el trazo animado somos capaces de recordar. Aventura y amistad —los dos primeros capítulos de la obra— juegan entre desenfrenadas y rítmicas melodías que tienen en la percusión y los metales (Desbandada a la granja/Tourbillon desapareix) a los auténticos protagonistas de las divertidas escenas de acción. Con grandes dosis de optimismo el músico orquesta un interesante collage musical que deambula entre el París de la ocupación (Parisencsdins la gàbia), donde el acordeón y la cuerda contextualizan la historia, y la contundente música de acción que describe la crudeza del frente. Esta última parte de la partitura culmina con el mejor de los finales posibles (Medalles i honors, crónica final), un compendio de las ideas principales que definen la aventura, la acción y la amistad de este alocado divertimento que es Cher Ami.
Por Antonio Pardo Larrosa
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