La investigación y el trabajo que Josetxu Obregón nos ofrece en su primer álbum en solitario solo puede nacer del amor por el instrumento y del deseo de compartir lo que se ha descubierto a través de él. De un gran rigor histórico respaldado por la amplia formación y experiencia del intérprete bilbaíno, CelloEvolution acompaña al oyente en su curiosidad por el repertorio para violonchelo solo desde sus inicios.
La información que acompaña al álbum nos propone un itinerario histórico cuyas paradas pueden o no ordenarse cronológicamente en el momento de la escucha. Desde sus orígenes en Bolonia hasta la música dieciochesca de Bach en Cöthen y el posterior Dall’Abaco, asistimos a una muestra en el tiempo de la evolución de la música para el instrumento. A pesar de que las diferencias a nivel de estilo son perceptibles en la selección de obras y responderán varias de las infinitas preguntas que suscita el tema, la voz propia del violonchelo —barroco en la mayoría de las piezas escogidas, piccolo cuando se requiere— se alza como gran protagonista. Y es que, en su desnudez, el discurso del violonchelo en solitario se sitúa por encima de la presencia individual y de la investigación histórica, como solo sabe hacerlo el intérprete comprometido con su labor para con el mensaje musical. En este sentido, sorprende el tratamiento que en esta interpretación se le da al tempo, como algo flexible pero nunca artificioso. El espacio —necesario— que el violonchelista toma entre motivos y frases destaca en la Allemande de la Sexta suite para violonchelo de Bach, en la que la música parece respirar de la forma más natural posible, facilitando la recepción del contenido musical. Eso convierte esta versión en una propuesta profundamente humana.
Josetxu Obregón propone, en lo que describe como ‘una osadía, pero meditada y realizada desde el más profundo respeto’, la escucha de las Suites para violonchelo de manera fragmentaria, seleccionando una danza de cada una de las seis obras de Bach que constituyen la cumbre de la música para violonchelo solo. Estas se intercalan con el resto del repertorio seleccionado, alimentando en conjunto el misterio sobre la capacidad de la música para conmovernos, y del violonchelo como un instrumento capaz de conectar con el oyente como si del habla misma se tratase.
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