Como ocurriera a tantos proyectos artísticos, las oscuras horas de la pandemia supusieron también para este una imperativa moratoria de frustración e incertidumbre. La efemérides del cincuentenario de la muerte del máximo representante lírico del Novecentismo catalán, del Príncip dels Poetes, pasaba de largo sin que Carneriana viese la luz entre los eventos de 2020. Tiempo es ahora, culminado el proyecto en el verano del 21, para disfrutar del magnífico trabajo realizado por el tenor David Alegret y el pianista Rubén Fernández Aguirre, acompañante liderístico por excelencia del momento, en este doble álbum —50 canciones; 22 de ellas estrenos y primeras grabaciones mundiales—, monográfico dedicado a la renovada palabra íntima de Josep Carner (1886-1970), vertida al torrente sonoro por veinte compositores de variada tradición estilística: del Romanticismo con ligero gusto localista de Narcisa Freixas, quien musicara Marion Delorme en 1908, al contemporáneo Joan Magrané y su recientísima Ofrena [Ofrenda] (tres poesies de Josep Carner) de 2019; pasando por el nacionalismo ecléctico, refrescante y lírico de Toldrà, que firma un total de once títulos; el dramatismo de micro escena verista que asoma en L’elegia d’una rosa de Serra; la delicada, ingrávida modernidad atonal de Pietat de la natura o Comiat [Despedida] de Montsalvatge; la inmarcesible pulsión neorromántica de la Cançó d’un doble amor de Larrocha; y los ciclos contemporáneos —cada cual a su modo— de Ros-Marbà, Parera Fons, García Demestres, Albert Ginovart y Miquel Ortega.
Versos afortunados los del Canticel (Per una flor de romaní | l’amor daría; | per una flor de romaní | l’amor doní), tantas veces versionado. Cuatro compositores concurren con ellos en este álbum. Destaco el evocador Canticel de Toldrà, donde Alegret, hábil desvelando los ricos matices de su voz franca, se entrega al éxtasis de la flor por amor cedida como destello evanescente, pianissimo cuya cadencia terminal, meticuloso en su quehacer, pausa tan bien Rubén Fernández. Otros efectos delicados que mueven a grata extrañeza podemos hallarlos en Obssesió lunar y Quatre estacions de Ortega.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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