Canciones, poemas y otros viajes(subvencionado por el Gobierno de Cantabria)ofrece al público un repertorio que sobrevuela una gran diversidad de géneros musicales. Pienso que este álbum es un ejemplo perfecto de ‘sinestesia’. Me explico: habitualmente la música es un arte que enriquece de alguna forma la verbalización de las ideas que se transmiten en las letras de las canciones. Sin embargo, en este álbum, es la música la que narra las experiencias que las letras simbolizan.
El disco se vertebra en ocho temas —dos de ellos instrumentales— que les dan vida a las letras de autores como Federico García Lorca, Santa Teresa de Jesús, Miguel Hernández, José Hierro y del propio Jaime Velasco, todas ellas en castellano. La voz de María Villanueva dota al álbum de una atmósfera de tradición, a modo de un canto lejano unido directamente a las raíces de la música que interpreta. Nacho Millares y Carlos Gutiérrez —en la batería y bajo respectivamente— crean una columna vertebral sobre la que crecen, caminan y brillan las ideas de Jaime Velasco a quien escuchamos con su inconfundible interpretación a la guitarra y en la voz del tema Volver a empezar.
La calidad musical de este álbum es exquisita. Jaime Velasco desarrolla todas estas creaciones originales o ‘narraciones musicales’ desde un lenguaje vanguardista, de una complejidad remarcable respetando al mismo tiempo la naturalidad que nos permite identificar sus referencias a las diversas tradiciones musicales que evoca. La música clásica se fusiona con elementos folclóricos del flamenco, la música argentina, el folclore americano e incluso la música pop. Asimismo, la calidad de los músicos y su variedad de orígenes musicales, sus formaciones y sus múltiples experiencias artísticas, enriquece aún más el espectro esencial que abarca —o expande— el material musical del álbum.
La libertad de expresión que permite la música de Jaime Velasco transciende los límites de las palabras y dota a las propias letras de una ‘experiencia viva’ que las enriquece de contexto, origen y destino.
Por Sara Guerrero Aguado
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