Este repertorio supuso un cambio radical con respecto a lo que se venía haciendo en las últimas décadas del siglo XVI. La predominancia del compás ternario, la alternancia entre la subdivisión binaria y ternaria, la polirritmia y un cuidadoso esmero por fundir letra y música, son rasgos que constituyen un repertorio muy distinto a lo que se hacía en el resto de Europa y de una calidad extrema. Compositores como Mateo Romero y Juan Blas de Castro eligieron las palabras de Lope de Vega o Francisco de Quevedo para terminar de poner el sello de calidad.
Las voces de Vandalia sirven a este propósito con una declamación limpia y clara, llegándose a entender el texto sin dificultad alguna. La afinación, cuidada al máximo, propicia un bello empaste entre las voces y realza las modulaciones, tan abundantes en estas obras.
Aunque no hay partes escritas para instrumentos, hay sobradas justificaciones para incluirlos, puesto que existen fuentes que documentan esta práctica, especialmente en la corte, y muchos de los ritmos están basados en los rasgueos de la guitarra.
El carácter rítmico de muchos de los tonos contrasta con el lirismo e introspección de otros, especialmente en Ya no les pienso pedir, donde podemos disfrutar de partes solistas y de gran delicadeza, destacando la parte del tenor Víctor Sordo.
Todas las decisiones en cuanto a tempo, disposición del texto, afinación y acompañamiento instrumental, hacen de esta recopilación una acertada interpretación que retrata a la perfección una de las épocas de florecimiento artístico más prolífico.
Por Enrique Pastor Morales
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