Brunetti. Sonatas a violino solo e basso
Galatea Ensemble
Carlos Gallifa, violín
Lindoro NL-3055
★★★★
No es la primera vez que Melómano reseña música de Gaetano Brunetti, un italiano que llegó a Madrid en 1759, fue nombrado músico de cámara del futuro Carlos IV en 1771, y que finalmente se convirtió en director musical de la Real Cámara en 1796. Fruto de ello, más de ochenta sonatas para violín cuyas raíces barrocas se justifican en el hecho de que Brunetti fuera discípulo de Pietro Nardini.
Este disco es una primera grabación mundial de cuatro sonatas del primer periodo del autor, lenguaje imaginativo y audaz que llega al oído en un abanico de sensaciones. Ya en la primera pista se evoca el ambiente camerístico barroco con esa secuela del bajo continuo para llegar a un Larghetto gracioso idílico, en Sol mayor, una de las estampas más bellas del disco; por su lado, la Sonata en Re menor es completísima, los instrumentos hablan de la transición del Barroco al Clasicismo en un juego variado de diseños que nos muestran a un Brunetti sutil. El compositor tiene mucho talento para comprimir ideas cortas muy bonitas, con cambios fugaces de tonalidad, líneas cromáticas, notas de adorno y motivos de origen popular. Sin duda, un compendio fresco que aporta mucho al repertorio discográfico.
Ciertamente, el timbre historicista del Galatea Ensemble favorece mucho a estas partituras, que se desgranan ricamente movimiento a movimiento. Estos cuatro instrumentistas nos ofrecen una lectura digna que se adereza con múltiples sonoridades. Es delicioso el Cantabile de la Sonata en Mi bemol mayor, con un violín ensoñador, un chelo austero y un clave frondoso que siempre responde a la melodía principal. Gracejo irresistible en el Presto de la Sonata en Re menor: el violín gira como la hiedra, la guitarra barroca apuntala con picardía y el chelo es muy preciso. Hay efectos muy atractivos, como el que se crea en el Moderato e flebile de la Sonata en Do menor, donde yo definiría a las cuerdas dobles del violín unidas al chelo como ‘el exotismo de la penumbra’. No cabe duda de que el Barroco seguía vivo en Brunetti.
El lenguaje de Brunetti está fuera de los estereotipos y cada obra nueva que escuchamos nos deja la sensación de que lo mejor siempre está por venir.
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