Reseña | Bidaia

Con su obra Bidaia —’viaje’ en euskera—, el compositor Federico Jusid profundiza en los registros y las posibilidades expresivas del acordeón inspirándose en las lecciones del poema ‘Ítaca’ de Kavafis: ‘pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias’. El destinatario de esta pieza en la que dialogan el acordeón y la orquesta es, como no podía ser de otro modo, Iñaki Alberdi. Entregado a la difusión de creaciones contemporáneas escritas para su instrumento, Alberdi interpreta con calidez y energía las diferentes paradas de este viaje. Calidez allá donde es necesaria, como en esos interludios solistas que funcionan como breves reflexiones sobre el propio camino —al igual que lo hacen, por ejemplo, los ‘Promenades’ en Cuadros de una exposición de Músorgski—, y que proponen atmósferas suspendidas a través de acordes amplios del acordeón. Y energía en aquellos puntos en que el material se dispersa entre el solista y la orquesta para ofrecer una rica paleta de colores y ritmos.

A propósito de esto último, es destacable el trabajo tímbrico realizado por la Orquesta Sinfónica de Navarra, que en esta grabación está dirigida por el propio compositor de la partitura. En números como ‘Jai’ (fiesta), ‘Tximistak’ (relámpagos) o ‘Makinak’ (mecanismos), la orquesta expande o contesta a la sonoridad del acordeón, ofreciendo un rico contrapunto en el que destacan las punzantes intervenciones de la sección de metal y la percusión.

Mención aparte merece el número final de la obra, una recapitulación de toda esta aventura musical en la que Alberdi ofrece una línea nostálgica arropado por el colchón armónico que le proporciona la orquesta. La música de Jusid concluye, como el poema de Kavafis, constatando la belleza del viaje, que no necesita otra justificación más allá de sí mismo: ‘Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, / entenderás ya qué significan las Ítacas’.

Por Manuel Pacheco