Igor Levit, piano
Sony Classical 19075843182
Melómano de Oro
Levit hizo su debut discográfico en 2013 con las cinco últimas sonatas para piano del compositor. Tenía entonces 25 años. Antes de lanzarse a culminar el ciclo tuvo ocasión de interpretar las 32 sonatas en la Tonhalle de Düsseldorf durante la temporada 2015-16 y grabar cuatro álbumes para Sony Classical: las Partitas BWV 825-830 y Variaciones Goldberg de Bach; las Variaciones Diabelli del propio Beethoven y ¡El pueblo unido jamás será vencido!, 36 variaciones para piano del norteamericano Frederic Rzewski. Las restantes 27 sonatas del ciclo beethoveniano fueron registradas entre noviembre de 2017 y febrero de 2019, sin que se advierta cesura en la primera y segunda entrega a pesar del tiempo transcurrido. La concepción rupturista estaba presente ya en la génesis del proyecto. Basta empezar escuchando la sonata Hammerklavier y seguir a continuación con una de las primeras, la Sonata núm. 4 en Mi bemol mayor opus 7, para convencerse de esto. De la Hammerklavier, sonata límite en la que Beethoven recupera la máxima puesta en práctica con la opus 101: ‘Lo que es difícil es hermoso, bueno, grande’, solo que llevándola algo más allá, ofrece Levit una versión arrolladora de contrastes ásperos; la precisión es máxima en el fugado del primer desarrollo y en la fuga a 3 combinada con rondó y variaciones del Allegro risoluto final. En cualquier pasaje de contrapunto intrincado (opus 101, 110, 111) Levit obra un prodigio de clarificación. Arrolladora es asimismo la versión de la opus 7, obra temprana que reúne no obstante dos condiciones a priori insospechadas: ser una de las más largas y difíciles de las 32 sonatas. La pulsión nerviosa que imprime Levit al Allegro molto e con brio corta el aliento.
No quiero terminar sin referirme de pasada a otras sonatas que, superada la indignación inicial (si no el pasmo), harán las delicias de oídos atentos y sin prejuicios. Escúchense los movimientos extremos de la Patética y La tempestad; el arranque (puro vértigo) de la Waldstein; la Pastoral, la Appasionata, Los adioses de comienzo a fin, una y otra y otra vez. Porque son fabulosas.
Por respeto a los grandes que desde Schnabel midieron talento y fuerzas con este colosal repertorio pianístico no asignaré una posición a este ciclo. Diré tan solo que Levit, a sus 32 años, por su originalidad y capacidad técnica extraordinarias, merece con justicia figurar entre los mejores.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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