¿Blanco y negro? ¿Blanco o negro? Una joya que recuerda los añorados LP’s, a doble cara, ¿lado A y lado B? ¿Lado A o lado B? Así es esta grabación que nos presenta Amparo Lacruz, así son estas Cello Suites.
La solista valenciana nos propone un viaje desde la blancura, la pureza, la alegría y la eternidad con fondo negro y letra blanca del primer CD, hasta la negrura, la tristeza y la muerte con fondo blanco y letra oscura del segundo. El recorrido es complejo y largo. Como oyente puedes comprar un billete hasta la última estación —obra completa— o bajarte a mitad de recorrido o, también, ir saboreando los momentos y detalles más bellos ‘sorbo a sorbo’.
El chelo recorre esta senda con sutileza, sin aspavientos, con el goce que supone conocer y amar una obra tan excelsa e imponente y enfrentarse a ella por el mero disfrute de tocar y entregárnosla tal y como es, nota a nota, arco a arco, cuerda a cuerda. Ello explica el (des)orden en la presentación de las suites: comenzar con la Sexta y finalizar con la Segunda no es algo habitual y, desde luego, no es casual. Y no por ello deja de ser sorprendente el resultado.
La calidad técnica y sonora no dejan lugar a dudas. Líneas claras, ritmos incitantes en las danzas, como en la ‘Allemande‘ de la Tercera suite o la ‘Gigue‘ de la Sexta; melodías encadenadas de lirismo en las sarabandes de la Primera o Quinta suites; precisión y dominio del arco en el famosísimo ‘Prelude‘ de la Primera; o la no menos admirada ‘BouréeI‘de la Tercera… Trinos casi hablados, dobles melodías estereofónicas, como en la pimpante ‘Gigue‘ de la Segunda suite; y contrastes muy cantados entre los bajos —en mi opinión, el sonido de su chelo es muy, muy emocionante en estas tesituras como se demuestra, por ejemplo, en el ‘Prelude‘ de la Cuarta— y los agudos.
Así es Bach, ese sastre que, con aguja bien enhebrada e hilo sedoso, va engarzando, uno a uno, los trozos de tela que tiene a disposición para lograr el diseño siempre más bello y novedoso, en este caso sin cromatismos: blanco y negro. Amparo Lacruz endosa como nadie esa ‘prenda bachiana’ y decide mostrarla en todo su esplendor con su complemento favorito: el violonchelo.
Por Alessandro Pierozzi
Deja una respuesta