Reseña | Bach & Bach 

Una armónica, un clave y un contrabajo. De buenas a primeras, nos parecería un trío imposible de combinar. Pero funciona. Además, con un nexo común: Johann Sebastian Bach.

El álbum tiene como protagonista a la armónica de Antonio Serrano, con una técnica que quita la respiración al oyente, sin perder la del intérprete en ningún momento. Ornamenta con una precisión tal que nos hace preguntarnos si realmente es una persona la que produce este tipo de sonidos. No en vano recibió en 2015 un Grammy Latino. Serrano logra cambiar de carácter entre los pasajes más virtuosísticos y los más expresivos, dando un abanico de posibilidades infinitas a la armónica.

Lo otros dos intérpretes no son para menos: Daniel Oyarzabal, nombre indiscutible del órgano y del clave, tanto en repertorio clásico como en jazz; y Pablo Martín Caminero, contrabajista con formación clásica, pero que ha expandido su lenguaje al flamenco y al jazz. Pues bien, este trío tan peculiar hace un giro de guion en esta atrevida propuesta: empieza con sonatas de Bach y acaba con una serie de cuatro piezas de jazz tituladas ‘Visiones’.

En estas piezas, compuestas por Oyarzabal, se cambia el clave por el órgano Rhodes y la atmósfera se transforma totalmente. Las armonías y las melodías a veces tienen referencias a Bach, creando un juego entre el Barroco alemán y el jazz libre, dando un resultado difícil de clasificar. De repente, nos encontramos con elementos dispares, como arpegios de sintetizador con progresiones armónicas (concretamente, en la Visión II). Destacamos la Visión III, donde el componente rítmico es especialmente brillante, dando a la melodía un papel primordial, como le hubiera dado el Kantor de Leipzig.

Esta propuesta es una suerte de laboratorio maravilloso donde la música cobra una vida nueva. Se nota que los intérpretes lo han disfrutado, como lo disfrutarán, sin duda, los oyentes, tanto los que se acercan desde el jazz como los amantes de la música antigua con una escucha abierta. Efectivamente, el proyecto no es un menosprecio al legado de Bach, sino todo lo contrario: un homenaje a aquel que ha producido fascinación durante siglos y cuya música se ha adaptado a todo tipo de instrumentos y lenguajes.

Por Luis Meseguer Mira