El ensemble, con una larga trayectoria tanto en España como en el extranjero, y con un número de programas de concierto que con el tiempo se ha ido engrosando, ha puesto el punto de mira en una serie de repertorios en gran medida olvidados: la música de tradición oral y su vínculo casi maternal con la música medieval.
Cantigas para as festas do anno es una rúbrica que encontramos en el Códice Princeps de las Cantigas de Santa María, poniendo en evidencia los usos que tuvieron dichas cantigas, las cuales estaban ligadas a determinadas fiestas del calendario litúrgico. Para poder ser permeable a una población todavía muy ligada a las costumbres paganas, regida por los ciclos de la naturaleza y agrícolas, la Iglesia adaptó las festividades religiosas de manera que, sin conflicto alguno, ambos calendarios se fundieron dando lugar a un sincretismo de gran riqueza cultural que, sin duda, fue trascendiendo y enriqueciéndose a lo largo de los siglos hasta llegar al XX, época en la que por primera vez se comenzaron a grabar aquellas voces herederas y continuadoras de una interesantísima tradición que entraba por el oído y salía por la boca, con un único soporte: la comunidad. Cantaderas estudia y actualiza estas fuentes fonográficas que en otro tiempo registraron personalidades como Kurt Schindler o Manuel García Matos.
Este disco es un viaje en el tiempo, un viaje en el que se diluyen las fronteras de lo culto y lo popular, lo sagrado y lo profano, las etiquetas y, a su vez, la ausencia de ellas. Es un disco que nos transporta a nuestra niñez, a esos ojos y oídos que todo lo veían y escuchaban, que todo lo absorbían, y que nos introducían sin darnos cuenta en la imparable rueda de una tradición asimilada de generación en generación.
Este programa, llevado anteriormente al público de concierto, guarda una coherencia estructural en consonancia con el ya mencionado calendario do anno. La primera pieza, Beneita es Maria, es una cantiga que versa sobre el nacimiento de la Virgen, en septiembre. Y a su vez está situada al final del programa, con la estrofa que hace referencia a la Asunción, en agosto, cerrando así el ciclo.
A lo largo de todas las obras encontramos una combinación de texturas vocales, solista y canto en grupo, en ocasiones a capela y en otras acompañadas por el instrumento por excelencia para tal propósito, la percusión. Cantaderas pone un especial énfasis en el aproximamiento a los temperamentos usados tanto en la Edad Media como en los que aparecen en aquellas primeras grabaciones ya mencionadas. Esto es de vital importancia, puesto que vivimos en una época en la que se han estandarizado unos determinados sistemas de afinación, algo que no existía en un pasado no globalizado.
Festividades relacionadas con la Virgen se suceden a lo largo del disco en piezas como Tod’aqueste mund’a loar deveriay Tan beneita foi a saudaçon. Otras festividades como la llegada de la primavera, la Semana Santa o la recogida del fruto durante el verano, vienen representadas por las siguientes piezas: Marzas de Liébana, Las cinco rosas dolorosas de la Virgen y La siega.
La mayoría del repertorio de tradición oral procede del noroeste de la Península Ibérica. En la tonada ovetense Si vas a Covadonga, la voz solista es sostenida por un bordón en el que las voces imitan el característico sonido de la gaita. Es de gran interés la letanía recogida en Híjar (Teruel), Letrillas para el Vía Crucis. Se trata de una polifonía a dos voces que encuentra sus raíces en el fauxbourdon medieval.
Las cuatro voces cantan en perfecta consonancia, con timbres complementarios y un trabajo del texto que permite a la audiencia una perfecta inteligibilidad de cada palabra. Como si se tratara de una familia, en Cantaderas cada integrante aporta una perspectiva que se revierte en el grupo dando lugar a un trabajo reflexivo, íntimo y auténtico.
Por Enrique Pastor Morales
Deja una respuesta