Es conocida la destacable trayectoria de Yago Mahúgo por su interés por la música barroca francesa y así lo demuestran la mayoría de sus grabaciones. Quizá sea por influencia de su maestro, Christophe Rousset, a quien precisamente va dedicado el disco. En esta ocasión se trata de la integral de la música para clave de Armand-Louis Couperin, primo del famoso François Couperin. Toda integral tiene siempre un interés musicológico, ya que nos permite adentrarnos plenamente en la obra y estilo de un determinado compositor.
Yago Mahúgo hace un buen y variado uso de los registros del clave (8′, 8» y 4′), un instrumento construido por Keith Hill, copia de un Taskin de 1769. La afinación y temperamento empleados son A = 415 Hz y Rameau, respectivamente, cosa que demuestra que no necesariamente toda la música barroca francesa debe ser interpretada a 392 Hz, diapasón que se ha impuesto como general en la interpretación de este repertorio, pero que, como es sabido, en función de la ciudad o lugar donde se interpretase este podía variar. Incluso en iglesias de una misma ciudad las afinaciones de los órganos podían ser distintas. Por tanto, el empleo del 415 Hz que ha decidido Mahúgo no es descabellado. El temperamento Rameau (manera de dividir las 12 notas de la escala musical) no podía ser más adecuado para este tipo de música. Se trata de música muy interesante y, en ciertos aspectos, extravagante, que se diferencia de los otros Couperin.
Yago Mahúgo sabe extraer una buena sonoridad de su instrumento, aportando variedad en la articulación y mostrando buen gusto musical. Destacan la Allemande en Sol mayor o L’Affligée, piezas que superan los diez minutos de duración y que requieren de gran concentración por parte del intérprete.
Al igual que su anterior disco Éclectique, la toma de sonido es buena y podría considerarse esta grabación como un complemento de aquel disco que Mahúgo dedicó a la familia Couperin, además de Joseph-Nicolas-Pancrace Royer. Es importante, además, que sigan creciendo las grabaciones por parte de nuestros intérpretes.
Por Àngel Villagrasa Pérez
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