Poco entusiasta del virtuosismo de Paganini, Wieniawski o Sarasate, en este, su tercer álbum para la discográfica belga-holandesa Etcetera, Damas incorpora, del compositor italiano, el delicioso Cantabile MS 109 y el lucidísimo Cantabile i Valzer opus 19; del polaco, el Capriccio en forme de Valse opus 7, espléndido en su introducción soñadora, de equilibrado y brillante acompañamiento pianístico; del español, la Malagueña opus 21, página sensual, apasionada y violenta en tan concentrada brevedad. Cuatro piezas seleccionadas por Damas de manera consciente a modo de desafío, y de cuyo resultado, con justificado motivo, quedará tan satisfecho. A esta escritura de fino cálculo técnico el violinista aporta con resuelta maestría la singular luminosidad de su instrumento, obra del florentino Giovanni Battista Gabrielli (ca. 1767). Un sonido de agudos nítidos, cálido registro central dorado, que se torna irresistible en las suaves ondulaciones de la Fille aux cheveaux de lin de Debussy, en la sencilla elocuencia del Salut d’amour opus 12 de Elgar, en el embelesado ‘despertar’ romántico de Aprés un rêve de Fauré; se torna enigmático y a la vez sombrío en la Berceuse sur le nom de Fauré de Ravel; inocente e ingenuo en el Madrigal de Achille Simotti; amoroso en el sosiego vespertino de la Serenata di rimpianto opus 6 de Enrico Toselli; desafiante en la ‘Danza española’ de La vida breve, versionada por el gran Kreisler; apasionado en el Scherzo de la Sonata en Do menor Wo.02 de Brahms y el Valse Sentimentale de Chaikovski; despreocupado hasta la ternura en la Romance de la Suite Gadfly de Shostakóvich. Interpretaciones óptimas todas, en las que la pianista Anna Tomasik destaca por una ejecución ejemplar digna de ovación aparte.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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