Título: Antonia
Director: Mariano Andrade
Música: Jorge Aliaga
Un drama chileno
El drama, sabia del afilado verso de Shakespeare y la procelosa prosa de García Márquez, tiene en la música del compositor chileno Jorge Aliaga a uno de sus principales exponentes. Sus obras dramáticas están impregnadas de un halo ‘trágico’ que ahonda en la ensimismada mirada del infortunio, aterrador devorador de realidades que a través de la esperanza perdida, y rara vez encontrada, rodea a los protagonistas principales de sus historias. Aliaga es el drama y su música todo lo demás. Su formidable capacidad para desnudar las almas atormentadas de un buen puñado de seres humanos —más humanos sobre sus pentagramas— es una de sus grandes virtudes. La música de Aliaga ejerce un poder sobrenatural sobre la manida percepción que tenemos del drama cinematográfico, género propenso a perderse entre descomunales cubos repletos de palomitas y pajitas multicolor de absorción rápida. El drama de Aliaga es otra cosa. Su música suena a esa honda mirada que espera en la orilla a que la mar sea generosa y devuelva la esperanza que una vez partió henchida de promesas. Ese es el drama de un hacedor de pequeños milagros que habita en la lejana tierra de las emociones, misterioso lugar en el que este cineasta sueña con el tenue eco de los poetas…
Escondida entre el desaliento y el optimismo se encuentra la sofisticada música de Antonia (Mariano Andrade), delicada creación del compositor chileno Jorge Aliaga —Shadow Girl (2017), Leontina (2011)— que encuentra en la lánguida y nocturna naturaleza del jazz —sentimiento negro que envuelve emociones y afectos— el desarrollo perfecto para mostrar los diferentes estadios por los que atraviesa la frágil protagonista de la historia. Antonia, una mujer sofisticada, elegante y femenina es el personaje principal de este drama chileno que tiene como nexo de unión el jazz; nostálgico discurso emocional que entre pianos, cuerdas y trompetas (voz de Antonia) va narrando entre llantos y anhelos no correspondidos el descenso a las profundidades de una mujer atormentada. El amor y el desamor como vehículo principal de esta tragedia son los elementos principales que marcan el tempo de la narración (elegante ma non tropo) que, a través de un interesante e inquietante juego de contrarios (voz de Martin), desemboca en el desasosiego de una relación marcada por la tragedia.
La música envuelve a la historia de ese halo característico que define a las películas del genero noir, trazas que quedan definidas con inteligencia en algunos pasajes de la película; como en la dinámica y esquiva escena de la persecución (The chase). Aliaga interpreta desde esta dualidad narrativa los mecanismos musicales que de alguna forma unen a los amantes… Sombras henchidas de desesperanza que quedan unidas por la sensibilidad que el tañido de las seis cuerdas profiere desde el afligido y sorprendente reencuentro. Es en esta plática universal donde los elementos jazzísticos tienen su razón de ser mostrando, ora el lado oscuro e inquietante del gran amor de juventud, ora la depresión que Antonia sufre a raíz de un embarazo no deseado.
La intriga y la incertidumbre son algunos de los elementos que el músico retrata con eficacia completando el drama urdido por ambos cineastas. Antonia es la imagen en negro de un drama (chileno) que tiene al compositor Jorge Aliaga como gran protagonista de la historia; es, por así decirlo, el mejor dramaturgo posible. La desmesurada capacidad que este cineasta chileno posee para tejer las intrincadas conexiones que unen los sentimientos humanos reviste con gran enjundia las emociones que tensan la difícil situación por la que atraviesa la protagonista.
La partitura de Antonia redescubre la original caligrafía de un músico dotado de una percepción especial que le hace ahondar en los sentimientos más efímeros del ser humano… El amor, motor universal del Homo sapiens, es dibujado por el músico con esa cálida cadencia tan característica que hace que su poesía sea tan bella como inteligente. Su música, en la que el chelo y el piano se erigen en garantes de su original palabra, está confeccionada para sentir; para conectar con la parte emocional del ser humano envolviendo los sentimientos con el suave tañido de su hermosa voz… Aliaga es el drama, y su música todo lo demás.
Por Antonio Pardo Larrosa
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