La Guerra de los 30 Años, seguida de las hambrunas y las plagas, sumió a Alemania en un caos y un constante clima apocalíptico que dejó una profunda huella en el arte. Esta es una colección de obras que fueron compuestas durante aquellos años, intercaladas con textos de poetas y dramaturgos, como Andreas Gryphius, recitados por el narrador Thomas Dehler y que ayudan al oyente a entrar en el ambiente de una época marcada por la violencia y la desolación.
Gran parte de la música es sacra y pertenece a los compositores más relevantes del momento. La grabación está introducida por Mein Herz ist bereit, de Heinrich Schütz. Se trata de una sinfonía sacra cuyo texto es un salmo de Martín Lutero.
La interpretación hace gala de una gran finura y precisión, tanto en la articulación como en la afinación, y la voz de Marie Heeschen es perfecta para esta música gracias a su facilidad para cantar el imponente número de pasajes virtuosos y transmitir el texto de forma clara.
Encontramos obras como Cantate Domino de Johann Philipp Krieger, pertenecientes a un ámbito más oficial de la música sacra, mientras que se hallan piezas más pequeñas, oraciones poéticas cantadas en alemán enfocadas a un terreno más privado.
En la música alemana de esta época es común encontrar composiciones para voz con bajo continuo y uno o dos violines concertantes, confiriendo a las obras un carácter virtuoso en las que frecuentemente los violines dialogan con la voz. Aunque este es el formato que más abunda en el disco, en el motete Vulnerasti cor meum de Andreas Hammerschmidt se presenta una textura de voz y bajo continuo, interpretado por la tiorba, y que confiere un marco más intimista.
La única obra puramente instrumental es la Sonata Quarta à 3 de Johann Rosenmüller, aportando variedad e interés. Kommt ihr Stunden es de Erlebach, un compositor posterior a la época que aquí nos ocupa pero cuyo ostinato de lamento, según sostiene Paper Kite, está íntimamente ligado al sentir de la música compuesta durante la guerra, que no sólo dejó secuelas en la sociedad sino también en la másica.
Por Enrique Pastor Morales
Deja una respuesta